¿Se imaginan que Zapatero nombre a Josep Borrell ministro de Asuntos Exteriores, a Javier Solana ministro de Defensa y a Joaquín Almunia vicepresidente de Economía y Hacienda? Pues eso es lo que debería ocurrir si el presidente tuviera dos dedos de frente, para renovar un Gobierno abrasado por sus errores y su incapacidad política e intentar, así, levantar el vuelo rasante del PSOE en las encuestas y abordar con éxito la presidencia española de la Unión Europea, que comienza en enero del 2010.
Mira que lo dijimos ayer en este periódico cuando, en la columna vecina de «El Manantial», anunciábamos que la solución del problema del Alakrana era, o debería ser, la palanca definitiva para que Zapatero abra en los próximos días una profunda crisis del Gobierno y la reorganización de los ministerios, de los que sobran cuatro (Vivienda, Cultura, Igualdad y Ciencia), además de dos vicepresidencias (la primera y la tercera). Pues bien, ahora resulta que el ministro de Exteriores, Moratinos, quiere dejar el Gobierno para ser el alto responsable de la política exterior de la Unión Europea, como lo ha confirmado el propio Zapatero. Lo que, de salir adelante, constituiría motivo suficiente para abrir el melón de la crisis que están pidiendo a voces y en su contra la vicepresidenta De la Vega y la ministra Chacón, responsables de primer nivel del caos del Alakrana, de los problemas del CNI y, también y respectivamente, de la intempestiva retirada española de Kosovo.
El problema de la candidatura de Moratinos para suceder a Javier Solana está en que muchos gobiernos de la Unión Europea consideran que el ministro -por orden de Zapatero- ha liderado una política exterior muy izquierdista y muy próxima a los líderes radicales de Venezuela, Cuba y Bolivia, por un lado, y a Turquía y la zona dura de los países árabes, como Siria, por el otro. Y eso cuando el eje histórico de la UE, que presiden Francia y Alemania, está en manos de gobiernos conservadores y a la espera de que Cameron le arrebate a Brown el Gobierno de Gran Bretaña, mientras en Italia manda el conservador y polémico Berlusconi, hace casi imposible que Moratinos sea el hombre propicio para representar a la UE y los grandes países europeos.
Además, estando ahora el portugués Durao Barroso al frente de la Comisión Europea, España tiene muy difícil conseguir uno de los puestos claves de la Unión porque el poder europeo caería, geográficamente hablando, en la Península Ibérica, lo que estaría mal visto por el centro y el este de Europa.
Aunque el hecho de que Zapatero esté jugando la carta de Moratinos -en vez de la de Felipe González, que sonó como candidato a presidente de la UE, al igual que The Economist lanzó el nombre de José María Aznar- da una idea o la impresión de que Zapatero quiere desprenderse de su ministro de Exteriores como sea, aunque luego diga con la boca chica que sentiría su marcha si se le presenta la oportunidad.
De manera que vamos a ver si los ministros y vicepresidentes del Gobierno se comen el turrón en sus poltronas, o si vamos a asistir a algún cambio en los próximos días para renovar la imagen del deteriorado Gobierno, y para abordar la presidencia europea con más ímpetu y con un equipo de mucho más empuje y preparación que el actual, lo que no sería difícil de lograr.
Bastaría con que Zapatero nombrara a Josep Borrell -ex ministro español y ex presidente del Parlamento Europeo- ministro de Asuntos Exteriores, que ofreciera a Javier Solana -ex secretario general de la OTAN y también ex responsable de la política exterior de la UE- el Ministerio de Defensa y que propusiera a Joaquín Almunia, actual comisario europeo de Economía, para dirigir la vicepresidencia económica española, para que se produjera en el Gobierno de España un vuelco espectacular de una indiscutible repercusión nacional e internacional.
Ahora bien, el drama de Zapatero es que hasta ahora, y salvo con algunas raras excepciones, se ha rodeado siempre de ministros que considera de un nivel inferior al suyo, que es bastante bajo, los Chacones, Pepiños y Aídos. Por eso sería sorprendente que el presidente, acostumbrado a hacer lo que le da la gana en el PSOE y en el Consejo de Ministros, aceptara incluir en su gabinete a personas de esa talla nacional e internacional. Como también sería extraño que Borrell, Solana y Almunia aceptaran ser ministros a las órdenes de Zapatero. No obstante, hay algo que podría unir a todos ellos: la necesidad imperiosa de mantener al PSOE en el poder en el 2012, cosa muy difícil de lograr ante el continuo deterioro de los socialistas y el ascenso del PP, a pesar de los pesares y de los problemas internos del Partido Popular.
De manera que estemos atentos a la pantalla por lo que pueda pasar, porque todo va muy rápido y en cualquier momento la crisis del Gobierno podría llegar. La crisis del Alakrana y la pretendida fuga de Moratinos a la UE son motivos suficientes para que nada se pueda descartar.
Marcello