lunes, enero 20, 2025
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Sobre la futura configuración de la economía mundial

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Ayer miércoles 18 de noviembre, en el auditorio del Casino de Madrid (C/Alcalá, 15), y con la presidencia de S.M. la Reina Sofía, pronuncié una conferencia con el título de «El futuro marco financiero mundial: impulsos europeos y asiáticos a favor de una moneda global». Fue un acto organizado por la Fundación Canon en homenaje a mi persona, que agradezco profundamente, que se celebró dentro de la Asamblea Anual de la citada Fundación, que en el 2009 corresponde celebrar en España.

En mi exposición me referí a la dinámica de la crisis, con las medidas de política económica que han ido adoptándose para frenar el colapso financiero (ayudas al sistema bancario), y también con el propósito de tratar de impulsar la demanda en los sectores más afectados, y con algunos estímulos para el empleo, aparte de ingentes gastos para la cobertura del paro. Debiendo señalarse la grave inexistencia de un programa común europeo, a pesar de los esfuerzos del presidente francés Sarkozy.

En el marco de contención de la crisis, están teniendo gran importancia las conferencias del G-20 (Washington, Londres, Pittsburgh), con decisiones de interés sobre dotación de mayores recursos al FMI, reajuste del funcionamiento de los mercados bursátiles, lucha contra el proteccionismo, creación de un Consejo de Seguridad Financiera Internacional, revisión de las pautas del control contable bancario a escala mundial (Basilea III tal vez), promesas de mayor apoyo a los países en vías de desarrollo, y también a la conferencia de Copenhague sobre cambio climático, cuya celebración en diciembre próximo presenta a última hora tantas dificultades.

Aunque la mayoría de las citadas medidas del G-20 estén aún en curso de elaboración, lo cierto es que el presente panorama internacional es muy distinto del contemplado durante la Gran Depresión 1929/39. Así, mientras la Conferencia Económica de Londres de 1933 fracasó por completo por el proteccionismo y las tendencias belicistas, con la secuela postrera de la Segunda Guerra Mundial, los tres recientes encuentros del G-20 marcan la tónica de una nueva ordenación económica mundial en el marco de una globalización, que no puede tener posible marcha atrás.

En la dirección apuntada, desde hace tiempo vengo defendiendo la idea de un gobierno económico mundial como conjunto de organismos actuales y futuros para dirigir y supervisar lo principal de los procesos de globalización; convirtiendo al Fondo Monetario Internacional en un banco universal de emisión y reserva, a fin de disponer de una moneda global.

A esa moneda global se llegaría con el mismo método del Tratado de Maastricht para la configuración de la Unión Monetaria. Arrancando de una moneda cesta del dólar, euro, yen y yuan. Luego, en una especie de Bretton Woods-2 se pondría en marcha la moneda global para la que propongo el nombre de Cosmos. Los problemas técnicos no son tan complejos como casi siempre se quiere hacer ver; lo más importante es el animus operandi y el ir dejando los planteamientos más nacionalistas.

Con la moneda global se pondría fin a las graves crisis cambiarias, con un signo monetario perfectamente posible de alcanzar a la vista de la experiencia del euro; algo por demás inevitable si se considera la difícil posición del dólar en los mercados. Frente a lo cual, China y los demás países BRIC están planteando ya la alternativa de un mayor uso de los derechos especiales de giro del FMI, e incluso una nueva supermoneda-cesta para todos. Igualmente, con esa única moneda podrán prevenirse mejor las crisis y podrán resolverse más fácilmente problemas muy graves derivados de la inestabilidad financiera. A lo cual debería agregarse mayor preocupación por la ayuda al desarrollo.

Todo lo expuesto se engarzaría en la línea que previó Inmanuel Kant, en 1795 -en su «Ensayo sobre la paz perpetua»- para así asegurar una conciliación entre los intereses en presencia, a fin de poner término a las guerras que durante milenios asolaron la Tierra. En otras palabras, se trata de que el mundo en que vivimos llegue a ser, con gobierno también global de la biosfera, un «hábitat hospitalario para todos».

Ramón Tamames

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