domingo, enero 19, 2025
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Aún no están divorciados

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Había tantas ganas de que se anunciara el fin del matrimonio de la infanta Elena y Jaime Marichalar que, cuando en la tarde del pasado miércoles, se hizo pública la nota de los abogados, todo el mundo dio por sentado que se trataba de la noticia del divorcio. Así fue recogido por la prensa en general. No había tal.

Sólo se trataba de un comunicado de los letrados, Jesús Sánchez Lombá, representante legal de Elena, y Cristina Peña, de Jaime. En dicho comunicado se informaba del acuerdo, del todavía matrimonio, para divorciarse suscribiendo para ello «el oportuno convenio regulador de los efectos de esta decisión».

Ambos prestigiosos juristas explicaron que no se hacían públicos los pormenores del acuerdo al que la pareja había llegado tras dos años de negociación «para proteger a sus hijos, que son menores de edad». Una explicación gratuita.

No es nada malo para ellos que se sepa las condiciones, aceptadas por ambas partes, para el divorcio: la custodia de los hijos, el régimen de visitas, una corresponsabilidad cuanto más amplia mejor, la cuantía de la pensión que Marichalar tendrá que pasar para la manutención de los dos hijos, etc, etc, etc.

Todo esto será remitido al juez de familia encargado de conceder el divorcio. En este momento, y sólo en ese momento, podrá anunciarse que Elena y Jaime están divorciados.

Hoy, a pesar de lo que pueda pensarse, siguen casados legalmente.

Aunque, afortunadamente, ya no existen «culpables», a la hora de otorgar el divorcio siempre existe un perdedor. En ese caso, Jaime Marichalar. Me consta que él no deseaba separarse. Ha hecho todo lo imposible para evitarlo. Pero, la infanta, de fuerte carácter, estaba decidida desde el mismo momento en que la Casa Real anunció aquel ridículo «cese temporal».

Mucho se ha especulado estos días sobre una de las exigencias de Jaime para no oponerse al divorcio: la utilización del Ducado de Lugo.

Tal cosa nunca se ha planteado. Entre otras razones porque dicho título le fue otorgado a la infanta por su padre, el Rey, «a título personal y vitalicio».

Ni tan siquiera los hijos podrán heredarlo. A la muerte de Elena el título volverá a la Casa Real.

La pensión a los hijos puede que haya sido otro de los temas de discusión, así como la situación de Jaime como padre de los nietos del Rey. Y poco más.

Habrá que esperar un mes, o dos, tal vez menos, para que el juez se pronuncie y firme el divorcio.

En ese momento sí que podrá titularse la noticia: la infanta Elena y Jaime Marichalar, divorciados. Serán ya dos divorciadas en la Casa Real.

No hay duda de que la infanta solicitará al Vaticano la nulidad matrimonial. Hasta entonces no podrá contraer nuevo matrimonio canónico. Si lo hace, por lo civil, será considerada en situación de concubinato, ya que la Iglesia, absurdamente, no reconoce el divorcio. Por tanto la seguirá considerando como mujer casada.

Ya es hora de que la Iglesia se ponga al día.

Jaime Peñafiel

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