En un clásico como este nuevo Fútbol Club Barcelona-Real Madrid todo puede pasar. Son choques de alta tensión con resultados impredecibles. Tanto que el favoritismo casi siempre acaba hecho añicos en cuanto el balón echa a rodar. La experiencia nos dice que no siempre gana quien mejor juega.
En esta ocasión es el Barça el que parte como ganador en las apuestas. Lo es a pesar de que en la clasificación llega ante su parroquia culé viendo el ‘cullote’ de un líder como el Madrid, que, aunque castigado y angustiado por las críticas por su cansino pedalear futbolístico, viene arañando puntos tras puntos al crono de la regularidad de la Liga: 28 de 33 posibles disputados hasta ahora.
El Barça está más eufórico y motivado ahora después de su ‘galáctico’ primer tiempo de Liga de Campeones ante el Inter de Mourinho y Eto’o. Y ganó, convenció y deleitó al Camp Nou como un festivo anticipo del clásico sin necesidad de echar mano de sus ‘ronaldos’ Messi e Ibrahimovic porque no estaban al cien por ciento de sus posibilidades físicas. En su fondo de armario cuenta con canteranos como Pedro, Bojan, Efrén y demás chavales de la Masía que solventan la papeleta sin tirar de cartera.
En el Madrid, sin embargo, la película es totalmente diferente. Es un líder que no es creíble, y esto le puede hacer encorajinarse ante el conjunto de Pep Guardiola. Para dar un golpe de efecto en la casa del eterno rival y hacer prevalecer la teoría de Pellegrini de que el Madrid no juega mal, sino feo.
Los blancos aún andan inmersos en el proceso de rotaciones -¿o no será mejor decir dudas?- de Manuel Pellegrini y los ‘cantos ronaldianos’ del madridismo contando las horas para que Cistiano Ronaldo llegue lo antes posible al rescate del equipo con sus goles y su fútbol, aunque sea para jugar un rato en el Camp Nou.
Antonio Cubero