domingo, enero 19, 2025
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Zapatero no acierta

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Oigo decir a un señor del PP, muy enfadado (aunque con un cierto tono teatral), que lo que quiere el presidente Rodríguez Zapatero es cargarse del todo la economía española. Hombre, querer, querer, lo que quiere es lo contrario -incluso le va en ello su éxito electoral futuro-, y por eso va por el mundo, mes tras mes, colocando parches, gastando lo que las arcas del Estado no tienen, y lanzando iniciativas. No es que no quiera que la economía mejore, como burdamente decía su opositor, sino que más bien no sabe cómo. O mejor, no sabe cómo sin poner en peligro la precaria estabilidad de su Gobierno, basada en pactos circunstanciales para salir del paso y en el apoyo, aunque a veces sea aparentemente crítico, de los sindicatos. Es decir, no sabe cómo si, al mismo tiempo, tiene que negar esto o aquello a los que le sostienen o tomar medidas coyunturalmente dolorosas para algunos.

Mientras, navega como puede a ver si suena la flauta por casualidad, mejora hasta lo imposible el panorama económico internacional y, con ello, se suaviza algo la crisis y se puede adjudicar la mejora a los bienintencionados palos de ciego que va dando. El último ejemplo es la Ley de Economía Sostenible que se discutió ayer en el Congreso, un sinfín de medidas, la mayor parte de ellas presentadas como largos objetivos programáticos, que estaban recogidas ya allí, planteadas allá, anunciadas en otro lugar o fracasadas en el devenir pesaroso de estos dos años de crisis galopante. Y es también ejemplo del modo de hacer del presidente porque, junto a la cosmética, parece decidido a quedarse bastante más acá de la mitad del trayecto que debería recorrer en las importantes reformas estructurales que el sistema económico español precisa y que vienen reclamando desde hace mucho tiempo expertos, analistas, institutos de estudios y organismos internacionales. Todos los que Rodríguez Zapatero aclara que no son infalibles, como si él y su equipo hubieran demostrado serlo alguna vez.

Ahora pide el apoyo de los grupos parlamentarios que le han reprochado no acertar en lo fundamental, pero el acuerdo que sin duda necesita la economía española está más fundado en la conveniencia de que sean cuantos más mejor los que respalden lo doloroso que en la alegre recepción de los mensajes presidenciales en una cuestión vaporosa por inconcreta, la economía sostenible, que su Oficina Económica ya trabajaba en el 2007. Y para conseguir ese apoyo debería cambiar radicalmente la estrategia y la actitud. Esta segunda porque la crisis no se enfrenta ni con optimismo antropológico ni con aspavientos. Nos acercamos al «fondo», seguramente, pero nos arrastraremos más por él en la medida en que no se ponga en marcha la cirugía precisa en vez de la terapia psicológica. Y aquella primera porque, en vez de querer ser protagonista de incoherentes e improvisadas iniciativas, se requiere colocar encima de la mesa los problemas y pactar de verdad. Pactar, no pedir apoyo. Ojalá la experiencia de ayer mismo en el Senado, buscando un acuerdo para racionalizar el gasto y reducir el déficit, sea un síntoma de algo que, desde luego, no se vio en el Congreso con la famosa ley río.

Germán Yanke

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