sábado, septiembre 21, 2024
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Zapatero, ¿cambio o trajín?

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Zapatero aprende lecciones que no quiso atender meses atrás, como la de que la función de un Gobierno, máxime en tiempos de crisis, es la de tomar decisiones. Preferiblemente por consenso, atendiendo los distintos criterios e intereses del país, pero no como condición para la acción política como primer responsable del país. O como técnica dilatoria para ver otra realidad.

Se ha perdido tiempo. Primero se sacó pecho con la ideología, la única capaz de hacer justicia social: cantos de sirena. Se insistió, pero no pudo ser. Ni era suficiente un acuerdo sólo con los sindicatos, ni daban las cuentas. Después el Gobierno se abrazó al consenso como a un mito. Fue una cáscara, el brusco giro no conllevó una decidida rectificación y los pactos de Zurbano se quedaron en la espuma de ese intento efímero. No hubo apuesta segura para implicar al PP en una política de Estado, y tampoco el principal partido de la oposición tenía prisa para resolver al Gobierno sus asuntos. Esperaba su hora.

Voces autorizadas del socialismo, antiguos ex ministros de Economía e Industria, venían clamando en el desierto. El Gobierno -decían- no puede desviar su responsabilidad en un consenso con la oposición que no era previsible. Reservaban esa idea para los grandes pactos -el de Toledo- o los de la Moncloa, gestados en una circunstancia incomparable. Digerido ya el “decretazo” para atajar el déficit, Zapatero sigue entonando frases en primera persona. El Gobierno acordará la reforma laboral el 16 de junio “con o sin acuerdo”. Se impone así un carácter determinante, que no elude su responsabilidad.

La resistencia a aplicar políticas opuestas a las defendidas con ahínco y desdoro del contrario confronta a Zapatero consigo mismo, amén de haber producido un retraso en las políticas anticrisis que aún es difuso comprobar si será recuperable. Llueven los primeros -aunque tímidos- datos de la activación de la economía, pero queda todo por hacer.

La duda es si en verdad la lección amarga del déficit y los vaivenes de los mercados, y la tragedia del paro, ha propiciado la rectificación de Zapatero o sólo asiste a un nuevo ensayo táctico, algo maquiavélico, en el que incluye aquellas lecciones que no quiso aprender, para de nuevo reafirmar sus valores políticos basados en el talante y en la mera voluntad. Un líder -también Zapatero- puede cambiar. Pero podría ser que tan sólo gozara al pensar que su oponente volviera a caer. Es cierto que nunca se sabe todo y de sueños también se vive.

Chelo Aparicio

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