sábado, noviembre 23, 2024
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Seguimos igual

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El fin de semana, un par de días de falso descanso, nos demuestran que seguimos igual. Por un lado, se marea la perdiz. Si las líneas generales de la reforma laboral estaban fijadas, ahora el texto definitivo no está redactado. No es incompatible una cosa con otra, ése no es el problema. Pero se acerca a serlo, sin embargo, que no esté nada claro, que las filtraciones no sean fruto de la reflexión del Gobierno sino globos sonda para ver cómo reaccionan unos y otros, que no se sepa si se terminará prefiriendo un acuerdo menor (por el hecho de ser un acuerdo) a una reforma exigente que, sin ser la panacea, es necesaria para evitar las rigideces y las antiguallas de un sistema cuyos principios se remontan a una situación que nada tiene que ver con la actual.

El hecho de que el texto de la reforma esté o no preparado tampoco ha animado, en las intervenciones públicas del fin de semana, a la reflexión y el debate serio sobre lo que nos conviene: vaguedades, más buenas intenciones que propuestas y, sobre todo, reproches mutuos. ¿Se puede pedir a la oposición alguna idea sobre lo que debe hacerse o, al menos, alguna concreción (pequeña, mínima, solamente esbozada) sobre lo que hará si gana las próximas elecciones? Quizá, pero por el momento lo más importante parece que es quejarse amargamente que estemos “bajo vigilancia”. Pero, en realidad, ¿es eso bueno o malo según el PP? Es decir, constatado lo desarbolado que está el Gobierno, no estaría mal saber si lo que nos exige la Unión Europea es bueno o malo porque, a veces, parece que es bueno que nos no lo exija y malo que lo cumplamos.

Y al Gobierno, ¿se le puede pedir que, vía decretos o pactos, explique sus rectificaciones y el nuevo programa que se inicia? Porque da la impresión de que, en este caso, es bueno que lo cumplamos pero malo que nos lo exijan, como si fuese algo que no querríamos de ninguna manera, que hacemos sólo por un tiempo y por solidaridad con nuestros socios. Que hacemos, en definitiva, porque nos desestabilizan, ya sean los especuladores, los griegos o la oposición, que se queja más de la cuenta.

Así que seguimos igual. La única esperanza, a estas alturas, son las vacaciones.

Germán Yanke

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