jueves, septiembre 19, 2024
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Preparar 2011

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En el primero de los exámenes de la economía española, el celebrado ayer en la reunión del Eurogrupo, recibimos, por decirlo de alguna manera, todas las posibilidades de la LOGSE, es decir, un “progresa adecuadamente” y, al mismo tiempo, un “necesita mejorar”. El luxemburgués Juncker, presidente y anfitrión, alabó la valentía de los recortes aprobados en España, como no podía ser menos después de las urgentes demandas de los socios europeos a un despistado Rodríguez Zapatero y, al mismo tiempo, señaló que serán necesarias nuevas medidas de ajuste y reformas estructurales para el 2011. Es decir, para después del verano, que es cuando se comenzarán a preparar los Presupuestos del próximo ejercicio.

Todavía queda la evaluación definitiva del próximo 15 de junio, pero este primer comentario ya avanza que los sacrificios exigidos se irán incrementando, al menos el próximo año. No es para el Gobierno español ninguna sorpresa ya que, después de la caída del caballo, sus representantes y el propio presidente han ido avanzando que el decreto de recorte del gasto era el primer paso. Antes del próximo Consejo Europeo deberá estar aprobada la reforma laboral, y el techo de gasto aprobado por el Gobierno revela que los recortes tendrán que seguir el próximo año. Otras reformas ineludibles, independientemente del acierto con que se aborden, han sido ya anunciadas o, al menos, apuntadas.

Si el guión ya no se escribe en el Palacio de la Moncloa, la decisión y sus efectos políticos siguen teniendo residencia entre nosotros. Por ello, cada día que pasa resulta más inverosímil que el Gobierno y el PSOE no hayan iniciado el camino serio en búsqueda de un acuerdo parlamentario que asegure este fundamental programa en condiciones de estabilidad. El hecho de gobernar, y la responsabilidad que implica, no permite refugiarse en las críticas a la oposición y en la idea peregrina que todo puede saldarse con una mayoría exigua conseguida en el último minuto, como ocurrió con el decreto de recortes antes citado.

La situación es lo suficientemente seria y las reformas son de tal calado que no se puede seguir surcando la ola sin ganarse el apoyo necesario con un programa coherente, una negociación seria y una generosidad parlamentaria que corresponde más al Gobierno que a sus opositores. Unas bases de acuerdo que, cuanto antes, deberían ser explicadas para que los ciudadanos (los partidarios, los discrepantes y los enfadados) vean en el proyecto de reformas algo más que un dictado obligatorio y ajeno.

Germán Yanke

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