El ‘escándalo Gürtel’ condiciona al PP, guste o no. En su gestión de la corrupción, unos días toman medidas y expulsan a los cargos implicados. Otros, en una especie de delirium tremens contra el Estado, denuncian pinchazos ilegales, informes falsos, pruebas ocultas. Cuando los populares optan por lo primero, el ‘caso Gürtel’ pierde interés mediático y el partido suma intención de voto. Por eso no se entiende que Federico Trillo, coordinador de Justicia y abogado, elija desplazar de las portadas nacionales todas las crisis del Gobierno por un capítulo más de ‘corrupción Correa’.
Cada recurso que presenta dilata el proceso y suma desconfianza. El último fue contra el auto de inhibición de Pedreira, donde hacía suyas «las consideraciones del fiscal» con indicios de hasta siete delitos graves. El juez manda investigar en Valencia lo que corresponde a esa Comunidad. La documentación (todavía en Madrid) llegará en unos días al lugar donde se archivó y reabrió el Supremo.
De hecho, con la sentencia del Alto Tribunal en mano, Valencia acaba de reactivar el ‘caso Camps’. Los trajes como anécdota, o iceberg, apuntan a prebendas de adjudicaciones millonarias, sobornos, campañas electorales que pagan constructoras, facturas dobles de ‘El Bigotes’, de Crespo, Correa. El juez Flors de Valencia es partidario de tirar hacia adelante con los trajes. Queda pendiente qué hacer con el resto de delitos, unirlos a la colección de prendas -y admitir que son una consecuencia- o abrir otro procedimiento paralelo.
Pero, ¿qué gana Trillo con alargar el ‘caso Gürtel’? ¿Qué está pidiendo? Pide, como en cualquier batalla, tiempo para ganar la guerra. Y exigen que creamos en la inocencia de Camps a cambio de la corrupción de todo el aparato del Estado. Sobre estirar el proceso, dos de los principales abogados denunciantes inmersos en la trama de Madrid y Valencia opinan lo siguiente:
En Madrid. El abogado denunciante baraja una hipótesis. Hay un posible delito electoral en las autonómicas de mayo del 2007. La prescripción es de tres años, una vez presentadas las cuentas del partido con un máximo de 100 días tras los comicios: “Podemos estar muy cerca de que, con este recurso, a punto de cumplirse los tres años, hayan hecho sus cálculos”. Para este abogado sólo ganarían una batalla.
En Valencia. Uno de los letrados que defiende la querella de la oposición asegura que dilatar el proceso sí equivale a ganar la guerra. Camps y los aforados valencianos podrían estar imputados en otoño. Con un triunfo en las autonómicas, el juicio perdería interés mediático.
Con estas cartas, en la sede de Génova se juega al difícil equilibrio de la cal y la arena. Rajoy y Cospedal retiraron su apoyo público a Camps. Por otro lado, Trillo se descuelga, con permiso del jefe, con un comunicado. Estebán González Pons, portavoz de Comunicación, emite otro. Ambos anuncian un giro copernicano, dimisiones de ministros, fiscales aliados con Garzón. Alegan tres motivos: se ocultaron conversaciones intervenidas, eligieron con prevaricación el turno de Garzón y el Supremo decide investigarlo. En 24 horas las tres premisas resultaron ser falsas.
Mientras, Francisco Camps ve conspiraciones, sombras del Gobierno que le acechan, oye voces. Y escucha a Pablo Crespo desde prisión decir que el president ha pagado sus trajes. He ahí su inocencia, en la explicación del número dos de los corruptos. La charla de la cárcel frente al testaferro: “Hemos pagado 30.000 euros de una tienda”; al denunciante, quién confirmó los regalos; al sastre de Milano, que midió los bajos del alto cargo en el Ritz, el Palace y Valencia. “No pagaba su mujer, fue Pablo Crespo”, dijo, y le costó el despido; además tres testigos; y la cajera, intimidada, en su respuesta al juez “Jamás pagaban en caja”. Alguien miente, ¿por qué habría de hacerlo la cajera?; documentos intervenidos; notas en la contabilidad y el pendrive (el puto pendrive, decía Correa).
El pulso de Trillo se medirá con el de la Justicia. Cuanto más tire uno, más lo hará el otro. No debería, porque Trillo se encarga de defender al PP, no a imputados. De limpiar Génova, no revisar pruebas. Ironías del partido, unos destapan ‘Gürtel’, otros lo tapan, qué ganas de sustituir a jueces y fiscales.
Pilar Velasco