La presencia de Felipe González en el centenario del grupo parlamentario socialista ha sido como un masaje después de un rato de remojo en un spa. El ex presidente se ha declarado “próximo y disponible” para un PSOE en tiempos de crisis y ha recomendado “militancia pura y dura” cuando las cosas van mal. Por la mañana, había desvelado que la frase “es de necios rectificar a diario” salió en una conversación con José Borrell hace 12 años. Y que sólo lo recordó públicamente. Que nunca quiso aludir a José Luis Rodríguez Zapatero como muchos malinterpretamos.
Por la tarde fue a dar ánimos y movilizar al partido. Se quitó la etiqueta de “jarrón chino” de los ex presidentes y se dedicó a decir a los suyos que están mal “pero no tanto”. Falta les hace la motivación para encararse ahora con los pensionistas o españoles en paro en sus respectivos territorios. Es a todos los ciudadanos, especialmente a los que votaron al PSOE, a los que hay que convencer. Parece que la terapia ha surtido efecto muy rápido porque Zapatero ya declarado ufano que de depre, nada.
Felipe se escandalizaba hoy de escuchar aún discursos ideológicos de hace veinte o treinta años. Insiste en que los dirigentes políticos deben explicar a los españoles que las medidas de ajuste son “correctas y necesarias” en una depresión económica global como la que tenemos encima. Otra cosa es que el Gobierno haya reaccionado algo tarde. Ya saben, ese año largo en el que el presidente se negaba a pronunciar la palabra maldita: crisis.
Entre las razones fundamentales para que Zapatero siga hasta el final está el PP, más preocupado por el futuro que por el presente: “si la hubiera, tal vez, pero es que ahora no hay una alternativa responsable”. Felipe ha dicho hoy muchas cosas, pero la que más puede entusiasmar a los decaídos socialistas es el recuerdo de la huelga general que se montó contra él en 1988. “Fue un golpe durísimo”, admitió, “pero volvimos a ganar las elecciones unos meses después”.
Luz Sanchis