He podido rescatar estos días una noticia europea positiva: Airbus está vendiendo sus superaviones como si fueran rosquillas. Eso me consuela. Entre tanto tumulto sobre el euro, la unidad europea y el futuro de la Unión, por lo menos un gran proyecto europeo demuestra que funciona.
Hace muchos años, se comenzó a proyectar el mayor avión comercial de pasajeros del mundo y tras muchos intentos, al final se convirtió en realidad esta década. El Airbus A 380, la ballena de los cielos: tiene dos pisos y puede transportar unos 525 pasajeros.
Esta semana, se ha conocido que la línea aérea Emiratos ha comprado 32 aviones más por 10.000 millones de euros. Es la mayor venta realizada por el consorcio europeo formado por tres países: Alemania, Francia y España. Gran Bretaña estuvo en sus inicios en el consorcio a través de British Aerospace pero su parte fue comprada por Airbus Industries hace años. La española Casa está presente en la sociedad.
Emirates ya había encargado 58 con lo que esta línea del Golfo Pérsico es el mejor cliente con 90 aparatos encargados. La línea ya dispone de 10 aparatos en vuelo, según informa la agencia alemana de noticias DPA.
Airbus ya ha vendido (no entregado) 234 unidades de este avión del que todo el mundo se reía o desconfiaba hace años, incluido yo. Me parecía demasiado grande para operar en los aeropuertos. De hecho, había que adaptar los aeropuertos a la envergadura de este pájaro gigantesco. Pero la ingeniería puede con eso y con más de modo que tenemos un producto europeo que va a revolucionar el comercio de pasajeros.
Una de las ventajas de este avión es que resuelve los problemas de saturación de los aeropuertos y de las aerolíneas. Meter 525 personas en un avión ocupa menos espacio en el suelo que meterlos en dos aviones. Dos aviones significan dos fingers y más congestión en las pistas. Además, según informaba la revista de Lufthansa, este aparato vuela con una agradable sensación de silencio. Es como un trasatlántico sobre el mar: por muchas olas que haya, el barco no se mueve.
Y sin olvidarse de que es un avión que gasta menos combustible y contamina menos que cualquiera de sus antecesores. Un prodigio de eficiencia.
Pero sobre todo, es la demostración de que la industria espacial europea tiene algo que decir. Su gran rival es Boeing, que ha hecho cambios en su 747, pero en esta carrera, parece que Airbus ha vuelto a tomar la delantera de nuevo.
Carlos Salas