Y para colmo va España y pierde el primer partido del Mundial. Contra todo pronóstico, como ocurre todo últimamente en nuestro país, que se va acostumbrando a las repetidas curas de humildad. No se ha perdido todo pero el pesimismo cunde, incluso en aquellos optimistas (sobre la selección, no sobre el Gobierno) que lanzaron la especie de que el Consejo de Ministros iba a aprobar ayer el decreto de la reforma laboral para atemperar su efecto con el resultado del partido contra Suiza. Ni eso.
Ahora, hasta los que quieran olvidarse de la derrota se tendrán que detener en un decreto que se ocupa del despido más que de otras cosas: ampliación del contrato de fomento con 33 días de indemnización, despido por causas objetivas de pérdidas en la empresa con 20 días, etc. No es baladí, para animar la contratación a medio plazo en una crisis que desgraciadamente va a ser larga, que se abaraten los despidos y se evite la parálisis, añadida a las dificultades y a la falta de crédito, de no querer asumir los empleadores el riesgo de costes más altos en el caso de que el proyecto no vaya como se desea. Pero siguen quedando no flecos sino asuntos sustanciales pendientes o faltos de un impulso de reforma y concreción que, con todo lo que ha pasado (y el tiempo transcurrido), deberían haber sido mejor tratados. En el asunto de los despidos, por ejemplo, es quizá más importante que los días de indemnización, la claridad en la determinación de las causas objetivas, tratando de evitar la judicialización permanente de las rescisiones de contratos en detrimento de las cláusulas contractuales previamente establecidas. Más importante que el coste es la claridad en los compromisos de las dos partes, que desgraciadamente no queda resuelto como se podría esperar.
Todavía no nos hemos enfrentado realmente ni a los modelos de contratos, ni a la reordenación de las dispersas e ineficaces políticas activas de empleo, ni a la imprescindible relación entre las remuneraciones y la competitividad. Podemos esperar (espero que con un optimismo más real que el de los aficionados al fútbol) que durante la tramitación de la reforma como proyecto de ley puedan incluirse las mejoras y las ampliaciones que los expertos vienen reclamando desde hace tiempo. Será también una oportunidad para que el PP se implique y explique sus puntos de vista y propuestas concretas y deje en el baúl de la retórica coyuntural esa conversión en un sucedáneo de supuesto “partido de los trabajadores”, opuesto, según a quien se escuche, incluso al abaratamiento de los despidos. Ni en el Mundial ni en la reforma se ha perdido todo, pero no se ha comenzado con muy buen pie, la verdad.
Germán Yanke