Confusos son los tiempos en los que se precisa de la sonrisa de los líderes para disuadir los malos augurios. Zapatero, que formuló la declaración más humilde de su mandato el miércoles en el Congreso -“este Gobierno es el que menos ha hecho por el crédito de España”, dijo-, contrarrestaba la gravedad instalada en su rostro en las últimas semanas con la sonrisa propia de su habitual talante.
No fue un gesto vano. La reunión de Bruselas fue un bálsamo, un antídoto contra las amenazas. Contradictorios fueron, sin embargo, los “ánimos” de Merkel y Sarkozy, al elogiar el ajuste del Gobierno español y negando -hasta tres veces el líder francés- que España estuviera en riesgo y en el punto de mira. Lo malo es que los estímulos nos fueran tan necesarios, al igual que las sonrisas del grupo de los 27.
Almunia había aportado más convencimiento. El comisario europeo reiteró en una jornada plagada de presiones sobre la deuda de España -cuyo coste registró el miércoles un nuevo récord- que los rumores no tienen “ningún fundamento” y son sólo la invención de los interesados en hacer negocios, e instó a no darles más pábulo para no alimentar a los especuladores. Antes del cónclave, España colocó con holgura sus emisiones, lo que redujo el vértigo por la imparable depauperación respecto del bono alemán y pudo diluir la rumorología.
Bruselas aportó las sonrisas de los líderes en el último Consejo Europeo de la presidencia española de la UE, que elevó la moral de un presidente en apuros hasta el punto de mostrarse dispuesto a aconsejar al líder conservador británico para que emprenda sus reformas “cuanto antes”.
Es posible que el líder socialista español haya aceptado la indicación del gurú progresista norteamericano, el sabio fichado por Zapatero George Lakoff, quien, invitado por la Fundación Ideas, recomendó al presidente transparencia en el mensaje para “dejar muy claro cuáles son sus valores morales, y si el cambio en sus políticas es coherente con los principios que defiende”. Ya se ve que la invocación a los valores no es exclusivo de una ideología, de tal forma que el lingüista le otorgaba al líder socialista una salida: “Zapatero puede decir dos cosas diferentes en momentos diferentes si está al servicio de los mismos valores”.
Es verdad que las circunstancias son cambiantes, pero el nuevo mensaje no será comprendido por los viejos aliados, a quienes prometió que “la salida de la crisis será social o no será”. Fernández Toxo, indignado por la reforma laboral, ya le ha dado por amortizado. Aseguró que España está “sin dirección política, económica y laboral”, por lo que apuntó que “se necesita un cambio de Gobierno”. Pero las pérdidas también contraen nuevos apoyos. Duran i Lleida no le dejará solo en la ratificación de la reforma laboral en el Congreso de los Diputados.
Chelo Aparicio