La fórmula para el despido barato dista mucho de ser objetiva. De hecho, algún dirigente del PSOE admite que era “obscena” tal y como estaba redactada. No se trataba sólo de facilitar la situación a las empresas que entren en pérdidas o tengan graves problemas de liquidez, es que los 20 días por año también puede ser un coste fácil de asumir para los empresarios que hayan visto cómo sus beneficios se reducían de forma “relevante”. Si hasta ahora España ha sido campeona en destrucción de puestos de trabajo, lo de “relevante” no sonaba objetivo, por mucho que los jueces puedan entrar luego a dictaminar si lo es o no.
Para arreglarlo, se buscan redacciones alternativas. Es decir, que digan prácticamente lo mismo pero que suenen mejor. Por ejemplo, hablar de “pérdidas previstas” o “persistencia en la disminución del nivel de ingresos”. Hasta ahora CiU y PNV son los grupos con los que los socialistas han acercado más posturas aunque luego se hayan inclinado por la abstención. Los nacionalistas han conseguido que se incluya la cuestión del tope de 4 días para forzar las altas médicas y CiU podrá aportar en unos meses la enmienda para flexibilizar los convenios colectivos, con gran satisfacción por parte de las organizaciones empresariales. La izquierda, de nuevo, vota en contra de lo que considera “la peor reforma laboral de la democracia”.
Donde tampoco hay dulcificación posible es en la relación con los sindicatos. Ni Cándido Méndez ni Ignacio Fernández Toxo tragan con la disminución de beneficios ni con la pérdida de liquidez porque saben que eso depende muchas veces de la pericia de los responsables de la contabilidad de una empresa. Si hasta ahora la huelga general era poco más que una amenaza difusa fijada para el 29 de septiembre, el Gobierno está consiguiendo que la movilización pueda aumentar. Como dice Toxo, “de la resignación a la crispación sólo hay un pasito”.
El famoso impuesto a los ricos empieza a convertirse en un manta que José Luis Rodríguez Zapatero repite cuando le acusan de haberse entregado en brazos de los mercados sin recato. Ya lo ha dejado caer en cuatro ocasiones sin dar ningún detalle.
Hace pocos meses, el consejo de las Cámaras de Comercio decidió convencernos de que “esto lo arreglamos entre todos”. Acaban de proclamar triunfantes que la campaña ha tenido una incidencia en la población del 80% y que ha servido para “movilizar”. Que la huelga tenga tanto éxito es improbable pero el Gobierno parece estar trabajando para que sea un éxito.
Luz Sanchis