Que se hayan prohibido los toros en Cataluña a partir del 2012 no significa que el debate acabe de nacer. Es tan viejo como los toros. Estar a favor o en contra de los toros siempre acaba en discusiones contradictorias porque el que defiende una cosa nunca es completamente coherente. ¿Por qué? He aquí las tesis de cada uno y sus paradojas.
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El toreo es un acto de crueldad contra los animales. Y también comer foie de pato, pues los engordan de forma esperpéntica hasta deformarles el hígado para matarlos y comerse esa víscera en forma de pasta para untar.
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Es una aberración pagar por asistir a un espectáculo donde se tortura y se mata al toro. Eso será porque no han ido a una fábrica de salchichón. Si los antitaurinos visitaran Campofrío o El Pozo se quedarían horrorizados de lo que hacemos a las pobres bestias. ¿Dejarán de comer ‘chopped’?
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No hay derecho a exponer así la vida del torero. Mueren más futbolistas en los campos de fútbol que toreros en los cosos. ¿Vamos a prohibir el fútbol?
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Damos una imagen patética del país. Los chinos comen perros fritos y ejecutan al año más 10.000 personas. Los japoneses y los islandeses cazan y comen ballenas. Los canadienses matan focas a palazos. Y la imagen de esos países es bastante buena.
Los pro-taurinos usan estos argumentos.
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Es una vieja tradición española y por eso hay que mantenerla. También lo era ir con alpargatas y beber en botijo.
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La culpa es de los nacionalistas catalanes. Desde luego, hay muchos de ellos interesados, pero también una buena parte de la sociedad española no soporta los toros. Asiste más gente a un concierto de Alejandro Sanz que de José Tomás.
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El toreo es un arte donde el hombre y la bestia componen una metáfora de la vida y la muerte. La metáfora funciona hasta que el torero muere y salimos de la plaza pensando si hemos pagado para ver morir a alguien, como los romanos en sus circos.
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El toro es el animal por excelencia que representa a nuestro país. Tranquilos: seguirán existiendo toros.
Carlos Salas