Tengo ante mí un folleto de un gran comercio donde se ofrece un lector de libro electrónico por 129 euros. Hace más de un año me compraron uno con menos capacidad por 300 euros.
Lo mismo pasa con los ordenadores. En 1999 compré un portátil por 333.000 pesetas, que vienen a ser 1.500 euros más o menos. El último que compré costó 600 euros y era el doble de todo: el doble de rápido, de potente, de capaz, de almacenamiento…
Gracias a la miniaturización y a la economía de escala, disfrutamos de unos precios cada vez más bajos en la electrónica de consumo. Pero lo mismo ha sucedido con los viajes pues gracias a las líneas low cost media España viaja más barato. Antes de aquí no salía nadie. Y los productos textiles también disfrutan de unos precios increíbles, debido a las cadenas de tiendas que se han dedicado a expandirse por el mundo y a bajar los precios.
Ha habido una revolución de los precios en los últimos años que tendrá un notable impacto en el tiempo de la recuperación de la crisis. Crisis similares en décadas anteriores no contaron con una revolución de los precios como la nuestra. Cuanto más bajen los precios, más rápido nos podemos recuperar porque tendremos más ahorro, o podremos destinar más dinero a amortizar las deudas.
Internet también sido un motor de la revolución de los precios. No tanto porque se ha bajado los precios del ADSL (y bajarán más), o de los teléfonos, sino porque gracias a internet, las comunicaciones son más fáciles, y los negocios ganan dinamismo y pierden menos tiempo.
Me pregunto desde hace tiempo cuándo se va a dar un premio Nobel a alguien que estudie el impacto de esa revolución de los precios en las economías mundiales. Creo que, igual que la constante cosmológica que buscaba Einstein, habría que encontrar la constante de esos precios, para explicar que la recuperación no se basará en fundamentos económicos antiguos, sino en una nueva economía.
Carlos Salas