Es casi imposible analizar con cierto rigor si lo que ha anunciado esta semana el gobierno cubano tiene mucho calado o ninguno. Raúl Castro dijo que iba a echar a la calle a 1,3 millones de funcionarios.
¿Y cuánta gente trabajaba para el Estado cubano? Así podríamos saber qué porcentaje de la fuerza estatal se iría a la calle. El problema es que en un régimen comunista, todos los que están en edad de trabajar laboran para el estado.
En verdad, Raúl Castro se refirió a los funcionarios que trabajan para la administración. El papeleo. La burocracia. Y aquí viene lo bueno.
Según informa el corresponsal de El Mundo, en Cuba hay 5 millones de funcionarios administrativos. ¡Cinco! Es decir, casi la mitad de la población cubana hace tareas administrativas para el estado. Y entonces uno se pregunta, ¿qué tareas tan complicadas hay en Cuba para tener ocupados a cinco millones de personas en un país de 11 millones de habitantes? ¿Es que hay tanto papeleo? ¿Quién corta la caña de azúcar?
En España, con cuatro veces más de población, tenemos menos funcionarios que Cuba: 3,3 millones. Visto así, hasta nuestros funcionarios son un ejemplo de eficiencia. Y eso que nos quejábamos de que eran demasiados.
En realidad, los planes del gobierno cubano no consisten en echarlos sino reubicarlos. Un régimen comunista no puede echar a nadie porque sería una incongruencia metafísica, salvo que los echen a los tiburones.
A muchos funcionarios se les ofrecerán otros puestos de trabajo, y a otros, se les facilitará el paso al sector privado. ¿Sector privado? En realidad, a principios de los noventa Cuba hizo un experimento con autónomos, pero luego dio marcha atrás. Parece que lo de ahora es un nuevo intento.
Con los otros trabajadores, se supone que al ser reubicados, seguirán en la maquinaria estatal. Quizá pasen de las oficinas con ventilador al tajo a poner cemento con paleta, o a encolar puertas, que es lo que pretende hacer Raúl Castro. Pueden ser también policías, o agricultores. Pero dentro del estado. O sea, funcionarios, aunque no administrativos.
Castro ha tomado esta medida porque está harto de la idea mundial según la cual “Cuba es el único país del mundo donde puede vivir sin trabajar”.
La pregunta final es muy sencilla: ¿qué diablos van a producir esos trabajadores reubicados en un país que sufre encefalograma plano económico?
Carlos Salas