domingo, noviembre 24, 2024
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¡Groucho Marx vive!

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Quienes tenemos la desgracia de ser supersticiosos solemos creer en verdaderas supercherías. Y si hemos tenido la fortuna de dedicarnos a la televisión, hay ciertas  manías que no dicen nada a nuestro favor. Por ejemplo, no llevar ni permitir que nadie lleve una prenda amarilla durante la emisión del programa que presentas o diriges. En mi descargo debo decir, eso sí, que he probado científicamente que ese color trae mala suerte y crea numerosas complicaciones en un “directo”. Soy testigo y víctima a la vez.

En esas diatribas, he recordado hoy otra creencia popular que dice que cuando muere un famoso, en los días siguientes mueren otros dos más. Pues algo tendrá el agua cuando la bendicen. Mirando hacia atrás, y por poner un único ejemplo, agosto de 1977 fue, entre otros meses, un claro ejemplo de lo que afirmo. El día 4 de ese mes de aquel año, murió Antonio Machín; el día 16, ya le mencioné en el artículo anterior, Elvis Presley. Hoy, día 19, hace también treinta y tres años, murió Groucho Marx.

El vacío que dejó lo llenó, como otros grandes artistas con perlas y frases célebres. Algunas falsamente atribuidas, como la del epitafio en su tumba, “Perdone que no me levante” , y otras ciertas como Es mejor estar callado y parecer tonto que hablar y despejar las dudas definitivamente”.

Jamás en estas columnas llamaré tonto a nadie. Además, la frase es de Groucho Marx. Pero sí es recomendable callar, o estarse quieto, en determinadas circunstancias. Y más importante es, si cabe, saber el papel que nos corresponde en cada momento. Claro que, para eso, hay que evitar mirarse el ombligo.

De los tres mariscales de las Azores, Bush, Blair y Aznar, únicamente José María persiste en su resentimiento, con apariciones públicas y discursos a destiempo. ¿Ha escuchado usted a Bush desde que llegó Obama a la Casa Blanca? ¿Acaso ha ido Bush a bañarse al Golfo de México?

Me pregunto cuándo este hombre reconocerá el papel que le corresponde. No le ha cogido el tino a su condición de exPresidente del Gobierno de España, ni a la de exPresidente ejecutivo  del PP. Lo peor que le puede pasar a alguien es mezclar la realidad con el pasado.

Por mucho que la señora de De Cospedal intente quitarse de encima el marrón de la visita de Aznar a Melilla, debe saber, y lo sabe, que le ha hecho un flaco favor a su partido. Muy al contrario, le ha echado una mano, gratis, a su despreciado ZP.

Con la que cae estos días en Madrid, la guerra fraticida entre Tomás Gómez y Trinidad Jiménez; la desautorización en publico de la Vicepresidenta Salgado al ministro Blanco por el asunto de los impuestos; y el propio núcleo del conflicto con Marruecos, no se le ocurre otra cosa a Aznar que ir a Melilla. Me da igual que sea con o sin el apoyo de Rajoy que, supongo, lo habrá visto por la tele.

Sin duda, Aznar es el mejor aliado de Zapatero. Una vez más le ha ofrecido la mascarilla de oxígeno y se ha hecho con los titulares de prensa eclipsando las movidas del Gobierno y del PSOE.

Claro, los socialistas han salido en tromba gracias a las facilidades que les da el exPresidente. Lo menos que le podían decir es lo que le ha dicho José Blanco. Deslealtad, no solamente al Gobierno –demostrado está que no la ha tenido nunca-  sino también a España. Y a Blanco, que ha tirado de archivo, le ha faltado tiempo para recordar que en los ocho años de gobierno de Aznar, jamás piso el territorio español de Melilla. De nuevo, titulares gratis.

Ignoro, por mucho que le ampare De Cospedal, lo que estará pensando Rajoy en su tumbona de Galicia. ¿Sonreirá? Yo creo que no.

Porque lo de Aznar cada vez tiene menos gracia. Nunca ha sido chistoso. Sus frases y  comportamientos jamás han sido muy ingeniosos, ni en la oposición ni en el gobierno. Ahora, supuestamente retirado, ha perdido la poca gracia.

Y por si fuera poco, ha abandonado a su bigote y lo lleva rasurado al cero. Ni siquiera en eso se parece al admirado hermano mayor de los Marx.

Groucho se preguntaba ¿Por qué debería preocuparme por la posteridad? ¿Se preocupa la posteridad por mi?.

Veo muy complicado que la posteridad se vaya a preocupar por Aznar, pero despejará dudas. Es la conclusión de un supersticioso.

Alfonso García

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