La noticia de que el INE confirmaba el crecimiento español del segundo trimestre apenas ha levantado pasiones. No ha levantado ni el polvo.
Hace un año y medio, cuando el INE y el Banco de España afirmaron que España ya llevaba dos trimestres de caída económica, la prensa de este país abrió con grandes titulares. Los informativos de televisión se lanzaron al catastrofismo y medio país amaneció sobresaltado.
No se lo podían creer. ¿España en recesión? ¿Cómo era posible? Un año antes, este país crecía un 3%.
Técnicamente, dos trimestres seguidos de decrecimiento (por favor, no me obliguen a decir crecimiento negativo), significaba recesión.
Ergo, dos en positivo, significarían salida de la recesión, ¿no? Da igual. Así ha sido. Pero no se ha movido una molécula. Los españoles lo han acogido con poco entusiasmo porque saben que el entorno no está para celebraciones. Más paro, más quiebras, ¿qué más da si los índices dicen que mejora la economía? Es como un enfermo que ha salido de un brutal accidente, y al que se le dice que las heridas comienzan a cicatrizar. Todavía está en estado de shock.
Lo que viene no es mejor. Según el presidente de Gobierno, el tercer trimestre puede traer malas noticias. Decrecimiento. O sea, que volveremos a la recesión.
Carlos Salas