Lo de la infalibilidad de los jefes –que se defiende aunque no se crea en ella- parece más bien una consecuencia del modo extravagante con que hemos dado carta de naturaleza al sistema de partidos, es decir, no es rasgo distintivo de nadie en particular, pero otra terminología de la vida intrapartidaria del PP tiene un aroma religioso que llama la atención. Comencemos, como no podía ser de otro modo, por los famosos maitines a los que son invitados, al parecer, algunos elegidos. Esa denominación del comienzo de la liturgia diaria en varias confesiones cristianas dice, o quiere decir, algo más que reunión matutina o preparatoria. No suele celebrarse en momento próximo al amanecer, pero suena más a salmodia que a discusión. Ahora están los líderes populares de retiro en un parador de Toledo y si es difícil imaginar a los políticos de izquierda o derecha haciendo examen de conciencia si da la impresión de que preparan listas y buenos propósitos para el curso que comienza. En todo caso, las predicaciones quieren ser lo más reservadas posible. Quizá las invitaciones oficiales no hablen de retiro (o de ejercicios espirituales, como he leído en un comentario entusiasta), pero ellos no se quejan de la denominación o aclaran, tan simpáticos, que, más que un retiro, se trata de un cónclave, que es también palabra con resonancias vaticanas.
Mientras, salta la noticia de que Rajoy, más que ocioso, ha estado este verano preparando un «Gobierno en la sombra». Reconozco que pensé inicialmente que una iniciativa así, además de interesante, resultaba un gesto laico –y hasta británico- que compensaba esta herencia terminológica e incluso toda aquella discusión sobre los valores confundidos con la verdad con la que, más que apoyarle, le zaherían al presidente del PP hace no mucho. Pero sigue uno la noticia y se entera de que lo que ha hecho Rajoy es pensar –y guardarse en el magín- unos cuantos nombres que podrían formar parte, si se dan las circunstancias (no sólo la de ganar las elecciones), de un hipotético Gobierno popular. Nadie, salvo él, sabe los nombres, los motivos, las teóricas ocupaciones de cada uno. «Es un tipo discreto», apostilla un íntimo. Sin duda, pero eso no es, ni por asomo, un Gobierno en la sombra, que no es algo secreto, sino un equipo que ayuda y fortalece la posición –y la imagen pública- del candidato opositor. El del PP, por el momento, está hecho sólo de imaginación que, a fin de cuentas, es algo que está más cerca de la magia que de la religión. Que tengan cuidado con semejante heterodoxia.
Germán Yanke