Es difícil pensar en alguien que haya causado más daño a las causas que pretende representar que Feisal Abdul Rauf – el llamado imán de la Zona Cero.
Dice desear mejorar la imagen de los musulmanes en Estados Unidos, tender puentes entre religiones, y mejorar la reputación de América en el mundo musulmán. Pero en las semanas transcurridas desde que provocara – de forma involuntaria, dice — un incendio internacional en torno a sus planes de construir un centro islámico en las inmediaciones del escenario del atentado terrorista del 11 de Septiembre en Nueva York, ha hecho retroceder cada uno de sus tres objetivos.
Aun así, hay otra causa que sí ha prosperado durante la polémica — la de Feisal Abdul Rauf. Aquí está él en el programa de Larry King (http://bit.ly/aai14x); allí aparece firmando un artículo en el New York Times (http://nyti.ms/dBnSk8); ese es, otra vez, en «This Week» en la ABC (http://bit.ly/bkK75t). El lunes por la mañana se dirigía al Council on Foreign Relations en Nueva York (escuché a hurtadillas vía conferencia), ofreciendo muchas ideas del que parece ser su tema favorito (http://bit.ly/cewsf1).
«Permítanme comenzar, si son tan amables, relatándoles mi historia», decía Rauf antes de repartir varias perlas de autobombo entre la audiencia:
«Vine a América en barco cuando tenía sólo 17 años de edad».
«Me licencié en físicas por la Universidad de Columbia».
«Tuve un buen número de empleos: profesor de instituto, comercial de productos industriales, y escritor con problemas».
«Mi propia sobrina está prestando servicio en el ejército de los Estados Unidos».
«Soy hincha de los Giants».
Felicidades por el partido contra Carolina, imán. Pero ¿qué hay de la mezquita?
Rauf apuntaba que se está cerrando un compromiso. «Exploramos todas las opciones mientras hablamos, y trabajamos para alcanzar la que será la solución, si Dios quiere, que resuelva esta crisis, que la desactive».
Esta disposición a enfriar tensiones es de origen reciente. Hace apenas unos días, decía a Soledad O’Brien en CNN (http://bit.ly/aai14x): «Si nos mudamos de ese emplazamiento, la historia juzgará que los radicales se han apropiado del discurso. Los titulares en el mundo musulmán dirán que el islam está bajo ataque».
Hay un acuerdo general a lo largo de todo el espectro ideológico en que Rauf tiene el derecho constitucional a construir la mezquita. Como tantos otros, me he opuesto al discurso fanático de algunos de los críticos de la mezquita. Pero Rauf, explotando la polémica, la ha agravado. Una nueva encuesta Washington Post/ ABC News concluye que el 66% de los estadounidenses se oponen a la construcción de la mezquita (el 53% es muycontrario), al tiempo que un abanico diverso de estadounidenses manifiesta una opinión desfavorable del islam.
Empeoró además la situación la mañana del lunes, situando a los detractores de la mezquita al mismo nivel que los fundamentalistas musulmanes. «Toda religión del mundo tiene fundamentalistas; tristemente, el islam se encuentra entre ellas», decía. «Todas las creencias tienen entre sus fieles unos que distorsionan y retuercen los valores centrales en favor de sus propios intereses». El imán, que decía haber visto en las últimas semanas «lo destructivo del poder de los actos fundamentalistas y el lenguaje», anunciaba que «la verdadera batalla que debemos emprender juntos hoy no es entre musulmanes y no musulmanes. Es entre moderados de todas las tradiciones religiosas contra los fundamentalistas de todas las tradiciones religiosas».
Fue una formulación impecable. De un lado: Osama bin Laden, Sarah Palin y Franklin Graham; del otro, el imán Feisal Abdul Rauf. Cuando el secretario del Council on Foreign Relations Richard Haas cuestionaba este paralelismo con la observación de que «el 99% de los terroristas más peligrosos del mundo son musulmanes», Rauf culpaba al conflicto árabe-israelí y a «la presencia de nuestras tropas en Irak y Afganistán, que ha ampliado el volumen de actos terroristas».
Convenientemente, Rauf considera que asume un papel rector en esta lucha contra los fundamentalistas de todo pelaje. Él va a construir «una coalición de moderados de todas las tradiciones religiosas para combatir a los fundamentalistas — y solicito vuestra ayuda».
Esto vino a ser un anuncio publicitario de la organización que encabeza Rauf, la interreligiosa Cordoba Iniciative. «En toda crisis», decía el imán a su audiencia, «hay una oportunidad». La oportunidad esta vez: «Yo necesito un espacio, quiero un espacio en el que la voz de los moderados se pueda amplificar… En sentido paradójico, o tal vez en sentido conmovedor, es una oportunidad que debemos capitalizar para que aquellos que imparten la moderación tengan un megaaltavoz para predicar».
Desde luego, la polémica de la mezquita de Nueva York ha dado a Rauf la voz amplificada que parece anhelar. Pero ¿ha valido la pena agitar la tónica anti-musulmana en el país y el sentimiento anti-americano en el extranjero?
«¿Vale la pena toda esta polémica?», se preguntaba el imán el lunes. «La respuesta, señoras y caballeros, es un sí categórico».
Dana Milbank