A los que ya tenemos una edad, la última Noche en Blanco organizada por Gallardón nos ha recordado la vieja movida de los años ochenta. Con varias deferencias: ha sido una única noche y, lo peor, ha sido una noche oficial. Muy lejos de la espontaneidad con la que, los entonces veinteañeros, disfrutábamos de la noche madrileña casi todos los días.
Casualidad o no, al volver de la Noche en Blanco me llegaron a la memoria algunas canciones de los ochenta y, más extraño todavía, la de un grupo, “Dinamita Pa los Pollos”, que tuvo un único momento de gloria con “Purita Dinamita”, un tema con tanta explosividad en su título como vacío de contenido en su letra.
Y casualidad o no, se filtra interesadamente que la Gran Señora de Madrid quiere cargarse a dos mil liberados sindicales. Como si ese fuera el principal problema de la Comunidad que gobierna… Pura dinamita social.
De confirmarse tamaña barbaridad a partir de las doce del mediodía, nos encontraremos ante un ataque frontal, no únicamente, a los sindicatos, sino a la Ley. A la Ley de Libertad Sindical y al Estatuto de los Trabajadores y a la propia Constitución. Es, incluso, por encima de todo ello, un menosprecio –otra vez- a las instituciones democráticas.
El Estatuto de los Trabajadores, la Ley de Libertad Sindical y los Convenios Laborales firmados entre dos partes legalmente reconocidas, deberían ser imperativo supremo para la Gran Señora de Madrid.
Pero no es la primera vez que se salta las leyes a la torera o que pide rebeliones.
Hay muchos más problemas y muchos más graves que los que pretende hacernos ver con esa medida.
Jamás he sido sindicalista y me atrevo a decir que nunca lo seré. Es más, cuando tuve la oportunidad y ostenté cargos de responsabilidad siempre mantuve con los sindicatos una relación de distancia, falta de entendimiento y alguna confrontación dialéctica. Eso sí, siempre desde el respeto mutuo y fuera de posiciones antisindicales.
Los sindicatos y sus liberados cumplen su función en esta sociedad democrática y, con perdón, no están para tocarse los güevos, sino para tocárselos a los malos patronos. “A lo mejor”, como diría Zaplana es que la Gran Señora no es buena patrona.
Los liberados no solamente no hacen daño, sino que, gracias a ellos se dejan de cometer muchas tropelías laborales por parte de los empresarios.
Y por añadidura, si a la Señora De Cospedal se la he llenado la boca este verano de decir que el PP es el nuevo Partido de los Trabajadores algo debe estar fallando en la sintonía popular. A no ser, claro, que lo que pretendan es hacer un nuevo Sindicato Vertical.
Pues vamos listos….
En cualquier caso, la Gran Señora de Madrid debería preocuparse más de los Neira, las Alberdi, los López Viejo y compañía que de los anónimos liberados sindicales.
A partir del mediodía sabremos si lo filtrado es un globo sonda o no.
Por comparación, en los debates del Estado de la Región en época de Gallardón, el actual Alcalde anunciaba proyectos tangibles. Como el Metro Sur.
Ahora parece que se trata de atizar el fuego como sea.
Incluso con dinamita social.
La “Purita Dinamita” que escuché en los ochenta era un alma cándida.
La «Purita» de esta década responde a otro nombre que jamás pronunciaré.
Alfonso García