domingo, noviembre 24, 2024
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Dos fechas para un presidente

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Para un Presidente de Gobierno no hay día tranquilo, pero siempre hay fechas que aparecen marcadas en rojo en el calendario. Además del 29 de setiembre, fecha de la huelga general, son otras dos jornadas las que se presentan de especial relevancia para el PSOE en general y para el Presidente del Gobierno de manera más particular.

La primera y más inmediata es el 3 de Octubre, cuando se celebran las primarias en el PSM. Ese día se resolverá la innecesaria y temeraria pugna entre Trinidad Jiménez y Tomás Gómez. Aun cuando en las altas instancias socialistas existiera la sospecha o el temor de un escaso éxito electoral de Tomás Gómez, la aventura emprendida no deja de ser un experimento temerario. De momento, parece que las formas se están manteniendo, pero de puertas adentro de las filas socialistas las aguas no bajan tan mansas como  parece. Las trincheras van cogiendo forma y contenido y Tomás Gómez, y con él muchos socialistas, se han venido arriba y a día de hoy el secretario general de los socialistas madrileños, ese que pregunta cuantos ministros o cuantos secretarios de Estado están en sus actos, ese ha optado por mantener el temple y el tipo. No quiere que le identifiquen como la punta de lanza de una eventual contestación a  Zapatero, pero el mero hecho de que Trinidad Jiménez sea la favorita del Presidente resta eficacia a ese deseo, de tal modo que sobre la campaña  para estas primarias se está generando un estado de ánimo, un movimiento que trasciende a la elección de un candidato.

Gane quien gane se hará foto con el Presidente del Gobierno, pero si el triunfador es Tomás Gómez nada ni nadie va a impedir que la lectura del resultados se haga con un ojo puesto en Moncloa. El 3 de Octubre no es una fecha irrelevante para el Presidente, aunque sólo sea el primer peldaño de una escalera que culminará con las elecciones autonómicas. Cuesta entender por qué el jefe del Ejecutivo se ha lanzado a abrir un frente sin tener la certeza previa de que no era un paso en falso.

Cuando hayan amainado las aguas de las primarias del PSM, la campaña electoral catalana estará en su punto álgido. En realidad, ha sido el domingo cuando Zapatero la ha dado por abierta con una amigable foto junto a Montilla. Se empeña el Presidente en hablar y hablar del Estatut, lanzar discurso sobre la identidad de unos y otros, y muchos, muchísimos catalanes, para escuchar un discurso de reivindicación  se quedan con CiU. El papel de los socialistas no es el jugado por Montilla, que ha aguantado y consentido toda clase de gracietas de partidos independentistas. Para conjurar esa imagen aparece el ministro Corbacho, pero no se le pueden pedir milagros. Milagroso seria que el ministro de Trabajo conquistara el corazón de los socialistas de toda la vida, esos que nutren el cinturón de Barcelona y que, con toda seguridad, no salen de su asombro tras esta legislatura ya caso concluida.

No se entiende que se haya abierto la punga en el PSM, pero mucho menos que se insista en un discurso sobre la identidad cuando en Cataluña el índice de paro supera la media nacional, hay problemas con la inmigración y no todos los ciudadanos sienten sus derechos bien salvaguardados. ¿Qué PSOE es éste más preocupado por la identidad catalana que por los problemas que de verdad quitan el sueño y preocupan de verdad a los ciudadanos? El discurso lo ha pronunciado Zapatero, pero el Presidente solo es la cabeza visible, la máxima autoridad de un PSOE que o se reinventa o se volatiliza. Por ello, el 28 de noviembre, cuando los catalanes acudan a las urnas y si se cumplen las previsiones, los socialistas o reflexionan, o reflexionan. No tendrán más remedio.

 

Charo Zarzalejos

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