miércoles, septiembre 25, 2024
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Chávez ya perdió la decencia

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La derecha moderada sueca logrará formar Gobierno por su alianza con partidos similares de centro derecha aunque ha renunciado, muy convenientemente a pactar una mayoría absoluta con la extrema derecha que ha logrado entrar en el Parlamento. Esto no significa, sin embargo, que haya ganado las elecciones porque el partido más votado ha sido el socialdemócrata que tendrá que quedarse de nuevo en la Oposición. Si no se puede decir, por tanto, que el Partido Moderado ha ganado las elecciones, aunque siga gobernando, tampoco que los socialistas vascos ganaron las últimas autonómicas, aunque gobiernen muy legítimamente, porque el que en realidad las ganó, aunque no haya podido formar una mayoría parlamentaria, es el PNV. Este partido, aunque gobierne en Álava, tampoco ganó allí los comicios hace ya más de tres años: fue el tercer partido en las urnas aunque el desacuerdo entre socialistas y populares, que ganaron, les haya llevado al poder en ese territorio. Una cosa es ganar las elecciones, otra ser el más votado y una tercera conseguir el poder. No siempre coinciden.

Chavez, en Venezuela, ha ganado las elecciones y se mantendrá en el poder, aunque ni de lejos haya sido su partido el más votado. La unión de los opositores al régimen, que en las anteriores elecciones decidieron boicotearlas para protestar contra los usos antidemocráticos impuestos por el presidente venezolano, ha conseguido más votos que éste. Es más, parece que ha obtenido más de la mitad de los votos emitidos el pasado domingo. Comparar la situación con los ejemplos antes apuntados es, de todos modos, un espejismo. El Gobierno de Chavez no se explica por la fragmentación del Parlamento ni por la formación de una mayoría contraria a quien ha obtenido más votos, sino en un sistema electoral que el régimen del militar gobernante puso previamente en marcha y que, favoreciendo zonas rurales proclives a su Gobierno y penalizando las urbanas, críticas a su ensayo tiránico-bolivariano, posibilitaba ganar las elecciones perdiendo en las urnas.

Para mantener el régimen ha habido que: atacar a los opositores y, si se necesitaba, encarcelarlos; eliminar las garantías de los procedimientos: expropiar o prohibir medios de comunicación; expulsar –y también encarcelar- a los jueces que intentaron defender el imperio de la ley; y, por no seguir con una larga lista de abusos, cambiar a su favor el sistema electoral. Ha ganado Chavez estas elecciones sin tener más votos que sus opositores y tras este largo y vergonzoso camino. Conviene no olvidarlo ni hacer comparaciones que, por absurdas, son odiosas.

Aún así, esa mayoría de votantes ha logrado que Chavez no consiga, a pesar de sus malas artes, dos tercios de los miembros del Parlamento, que era el objetivo de tantas trampas para poder aprobar leyes orgánicas aún más restrictivas de las libertades y derechos ciudadanos. Es un consuelo para un país que ya desde hace mucho deriva hacia el totalitarismo aunque, después de todo lo que ha ocurrido, un consuelo parcial para los ciudadanos agredidos por el régimen, los que merecen más apoyo internacional que el pusilánime papanatismo con el que se viene tratando a Chavez.

Germán Yanke

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