viernes, septiembre 20, 2024
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29-S. Nada volverá a ser como antes

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Esta Huelga General es una inflexión, un no retorno. Por más que se repita la intención imposible de Gobierno y sindicatos por herirse lo justo, el daño ya está hecho. UGT y CC.OO. han sido incapaces de encender en los trabajadores el arrojo, ante semejante crisis, de hacer huelga. Y el Gobierno ha recortado como nadie los derechos sociales. Así que el éxito no está hoy en la guerra de cifras de huelguistas (aunque lo esté) sino en la representación del paro nacional, en las exclamaciones que se pongan a las consecuencias de los recortes en la vida de un trabajador.

Y si el transporte, la industria o el comercio colapsan, no producen y no venden, el caos debería servir de telonero para saber qué posiciones mantiene cada cual. Europa y los organismos internacionales exigieron un viraje, no la ley de reforma. El diálogo y forcejeo por cambiar la letra pequeña, made in Spain, dará a los dos bandos una segunda oportunidad de ganar fortaleza para unos y electorado para otros.

Porque el problema de la reforma no son los flecos. A favor o en contra, quienes hayan puesto atención sabrán repetir la letanía de derechos cercenados: despido medio gratis (de los cuarenta y cinco días la empresa paga nueve), las ETTs (esas delincuentes del empleo) entrarán en las instituciones, se podrán ignorar los convenios colectivos o la rotación generacional del padre al que despiden y el hijo al que contratan más barato. Los obreros intercambiables, que decían en Italia, lo tienen cada vez peor.

Hoy el artículo 25 de la Constitución despierta lleno de réquiem y destierros. No cuentan los cinco millones de parados, ni los trabajadores de la limpieza, quienes cobran en negro, los becarios, freelance, contratos eventuales, inmigrantes… Un artículo 25 ensombrecido. El miedo se ha extendido a jóvenes y veteranos; miedo a que no les renueven y miedo a ser señalado por el patrón en la lista de salida.

Arranca la cuenta atrás. Los sindicatos se ponen a prueba y Zapatero tendrá que definir su futuro político. No le servirá «normalizar» la huelga, que viene a ser lo mismo que negarla pero con buenas formas. La convocatoria sí es contra él y sus ministros, ¿contra quién iba a ser? Quienes lo han insinuado se refieren a que un cambio de presidente no implica el de escenario.

Sobre el resultado, los convocantes se conformarían con evidenciar un porcentaje alto de trabajadores que la secunden y sumar los que no puedan llegar a trabajar. No cuentan con los miles de trabajadores que han sentido la presión de sus empresas o no pueden permitirse el recorte de un día de salario. La foto de Méndez y Toxo será en la manifestación de por la tarde. Los líderes sindicales aguantarán la pancarta como lo hicieron hace ocho años. Ironías del destino, Zapatero caminaba con ellos.

Pilar Velasco

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