Los sindicatos están contentos porque creen que la jornada de ayer fue un éxito; el Gobierno aún más tranquilo que el lunes porque la huelga bajo ningún concepto le ha puesto en riesgo y en la calle la percepción general es que la convocatoria sindical ha sido más bien un fracaso. El ministro Corbacho, en su última comparecencia realizó un resumen acertado de la jornada: seguimiento desigual y efecto moderado. Ambas percepciones se ajustan rigurosamente a la verdad. No todos los sectores han respondido de igual manera pero es obvio que los efectos de la huelga han sido muy escuetos en la vida ciudadana.
El Gobierno no quiere guerra de cifras para no cometer errores más que gratuitos y ni mucho menos tensar la cuerda con los sindicatos. El Ejecutivo ha sido más que cuidadoso en sus palabras y en sus referencias a los convocantes. No quieren hurgar en herida alguna y quizás por ello han evitado dar una cifra global de seguimiento y hoy, que ya es el día después, se repetirán los llamamientos al diálogo como ayer mismo ya hiciera el Presidente del Gobierno en el Congreso.
La huelga de ayer no va a suponer, ni mucho menos, un antes y un después en las relaciones de Gobierno y sindicatos que volverán a hablar y a reunirse para, si son inteligentes, gestionar como buenamente puedan las discrepancias. El cartucho de la huelga se ha gastado. Ahora, los sindicatos tendrán que reinventar su papel si quieren tener un cierto protagonismo en lo que queda de crisis que es mucho. Zapatero ha tenido que plegarse a la realidad. Ese vía crucis ya lo ha asumido y ahora es el turno de los sindicatos. Por mucho que hablen de éxito rotundo saben bien que esta es la huelga menos seguida de todas las celebradas en la democracia española y saben o debieran saber que quedan pendientes muchas reformas y saben o debieran saber que la vuelta a las políticas que ellos apoyaban es algo impensable.
La realidad nos demuestra como los acontecimientos se comen unos a otros y mañana estaremos hablando de otra cosa, como por ejemplo de las primarias de Madrid que esas si que preocupan en el PSOE e incluso en el Gobierno.
Charo Zarzalejos