Septiembre se acabó y con él finalizaron los desfiles sobre la moda que se utilizará en el próximo verano. Se han celebrado en Milán, Paris, Nueva York, Londres, también en lugares más cercanos como la Pasarela Cibeles de Madrid y así hasta el último pueblo del orbe. Es la hora de recapitular.
Como resumen he observado que la tendencia de los diseñadores es apostar por lo de la altura. Parece que todo el universo femenino debe ampliar su estatura. Se diría que existe algún complejo que se intenta resolver a través de los añadidos que les ponen a los zapatos los cuales siguen aumentando. Esta ha sido la tónica general en unos desfiles que por lo demás eran parecidos a los del año pasado. Siempre hay excepciones. Pocas. Pero todos inciden en lo de los superzapatos.
Esta moda no me molesta en absoluto si así resuelven algún problema psicológico grave ya que un complejo puede llegar a derivar en una peligrosa neurosis y por ello prefiero esta solución a que les partan las piernas a su pareja. Por lo general creo que ahí está la clave de este asunto: la comparación cotidiana de alturas físicas con la o las personas más cercanas. Tenemos ilustres ejemplos.
Como este asunto viene creciendo, nunca mejor dicho, desde hace algunos años, actualmente presenciar un desfile o pasear por las instalaciones que acompañan estos certámenes es algo similar a lo que debe sentir un árbitro de estatura normal en un partido de baloncesto: el ego en su sitio pero con cierta tortícolis. No solo las modelos que desfilan se suben a estas plataformas, las espectadoras también. Esto va en contra del normal desarrollo del evento ya que la rapidez de movimientos se resiente, el personal no es estable, en especial cuando se deben subir unas gradas y los riesgos se acumulan. Tal vez por ello todos los desfiles son poco puntuales.
Otro problema es que todos estos inconvenientes se reflejan en la cara de las usuarias. Son muy pocas las que llevan el invento con cierto garbo. La inseguridad y el dolor físico que se supone deben soportar tienen unos efectos faciales muy similares a los que produce una fuerte migraña. En estos casos lo más indicado es conseguir un asiento rápidamente para recuperar estaturas y aliviar física y mentalmente a la afectada.
Como ustedes saben lo de las plataformas no es una novedad. Hace ya bastantes años el asunto estaba también en pleno apogeo y se difuminó en unos meses. Ocurrió cuando los hombres contraatacaron y se calzaron dichos artilugios. Lo malo es que el personal masculino somos menos sutiles o mucho más exagerados y por ello este invento solo lo utilizaban los cantantes del llamado glam-rock. De ahí a los drag-queens había un paso dado con zapatones o sin ellos. El tema es que entre unos y otros se cargaron la moda y el invento mereció el título de hortera que es como se descalifica lo de la estética. Ahora se llama “petardeo”.
En esta patética lucha por parecer todos más altos espero con cierta expectación como será en esta ocasión la reacción masculina. Conmigo que no cuenten. Me daría vértigo.
Paco Fochs