1- Ya pasó con Borrell y ha vuelto a pasar: el militante socialista es cualquier cosa menos dócil ante el poder. Tomás Gómez y su equipo han sido muy hábiles al presentar esta pelea como un David contra Goliat.
2- Por mucho que los dos contendientes hayan intentado sacar a Zapatero de la película, es obvio que la derrota de Trinidad Jiménez en Madrid es también una derrota de su padrino, del presidente del Gobierno. También pierden internamente Alfredo Pérez Rubalcaba y más aún José Blanco, el vicesecretario general, que desde hoy va a mandar muchísimo menos en un partido que se define como federal. Vuelven los barones.
3- Pierde Zapatero, pero sin duda gana el PSM. Sin la atención que han despertado estas primarias, Tomás Gómez hoy seguiría siendo un rival sin ninguna oportunidad ante Esperanza Aguirre. La cosa ahora es distinta: aún tiene mucho trabajo por delante, pero Esperanza Aguirre tiene motivos para preocuparse. El ex alcalde de Parla ya es un candidato capaz de dar batalla e incluso ganar frente a una lideresa que cada día genera más rechazo. El hecho de que el ganador no sea el protegido de Zapatero, coloca a Tomás en una situación donde el desgaste del Gobierno central pesará menos en su campaña.
4- Se demuestra la importancia del discurso. Hay un ganador en las bambalinas de esta historia: José Andrés Torres Mora. El hombre que se inventó las mejores frases de Zapatero, y que fue después apartado por José Blanco, es una de las claves de la victoria de Tomás Gómez. Prácticamente no se conocían de nada. Torres Mora apareció en su equipo al día siguiente que Tomás Gómez decidió no ceder ante la presiones de Zapatero y Ferraz.
5- La conclusión, una vez más, es que las primarias son siempre una buena idea. No tiene ningún sentido que los partidos, que son la base de la democracia, sean las estructuras más dictatoriales que existen.
Ignacio Escolar