Televisión concentrada. La TDT ha traído más canales, pero en la era de la fragmentación televisiva los dueños son unos pocos. José Miguel Contreras, consejero delegado de La Sexta, avisa: la fusión entre Telecinco y Prisa «plantea una gravísima amenaza a la competencia» y es preciso que se le pongan unas limitaciones «claras». Telecinco contraatacó inmediatamente: los mismos que defendían la necesidad de la concentración la condenan cuando la operación entre Antena 3 y la cadena de Televisa e Imagina (Mediapro, Globomedia) está arrumbada.
La televisión tiende a la concentración. Como el poder político, el que otorga las licencias. En el medio de masas por antonomasia, superviviente entre el Big Bang digital, el pluralismo es una ilusión. Contreras avisa de que la promesa de Zapatero TV, la explosión de oferta y canales gracias a la televisión digital, se encoge. Y atrapa en una red cada vez menos plural a medios y empresas.
La fusión de Telecinco y Prisa amenaza con rozar el tope del 27% de audiencia fijado por el gobierno en febrero para permitir a las televisiones hacerse más grandes. Contreras, responsable del último canal analógico, concedido con apuros en 2005 por mor del pluralismo, lo recuerda sutilmente y anima a la Comisión Nacional de la Competencia a evitarlo.
El nuevo engendro dará el poder a Telecinco y Telefónica –el otro gran accionista- de controlar la televisión de pago y una gran parte de la producción audiovisual. Al menos la de series y cine mientras Mediapro –denunciado por Telefónica ante Competencia– sostiene su apuesta por el fútbol tras la guerra con Prisa.
La Sexta fue la gran beneficiada por las concesiones televisivas de Zapatero. Pero el escenario que Miguel Barroso, entonces secretario de Estado de Comunicación, dibujó se ha ido estrechando por las leyes angostas de la publicidad y la economía: la audiencia es lo que cuenta. Y con un 15% de audiencia para el líder audiovisual, un 7% para La Sexta y un 28% diseminado en una miríada de canales temáticos, los anunciantes se vuelven locos y las cuentas de resultados brillan en rojo.
La solución es la fusión, sentencian teóricos y ejecutivos cuando la convergencia con internet amenaza sus cuentas de resultados con el aumento de la televisión personal y a demanda.
En el pago está la otra clave. El negocio de la televisión crece con cadenas y contenidos de pago. España es uno de los pocos paraísos de la gratuidad. “Hemos inventado la televisión de pago gratis”, dice Contreras ante la necesidad de las cadenas convencionales y de los nuevos canales de TDT de llenar horas de programación para sostener la ficción del pluralismo.
Telecinco y Telefónica serán los dos grandes dueños de la televisión con sus canales en abierto y los de Cuatro, el pago con Digital + y la oferta de televisión y nuevas plataformas digitales del ex monopolio telefónico. Antena 3 y La Sexta –mientras se concreta o no su fusión- serán la segunda fila junto a las grandes televisiones públicas –para las que Uteca, la patronal de la televisión comercial insiste en pedir la retirada de la publicidad, como ha ocurrido con RTVE para desesperación de los anunciantes– y el resto de medios importantes del país malviven liados en una convergencia multimedia donde unos pocos dueños controlan los diarios, las principales webs informativas, las radios y los canales temáticos.
Bienvenidos a la era de Concentración TV, donde el esfuerzo de apretar el mando a distancia beneficia a unos poco.
Juan Varela