Arrinconado por las encuestas, José Montilla ha montado un acto para decir a los catalanes que su tripartito no es un guirigay aunque lo parezca. Sólo tiene «disensiones». El president tendrá que pensar en algo mejor si quiere convencer a ese 50% de ciudadanos que se quedará en casa el 28 de noviembre..
El barómetro de El Periódico de Catalunya deja a CiU a 3 o 5 escaños de la mayoría absoluta y dibuja a un PSC con el menor grupo de diputados de su historia. ERC e ICV también se pegarían un batacazo de los que hacen época. El PP, un partido que venía siendo residual, se convertiría en la tercera fuerza política aunque Alicia Sánchez Camacho obtenga la peor valoración de todos los dirigentes políticos catalanes.
Para demostrar que los socialistas catalanes están unidos en la adversidad, su flamante número dos ha amenazado con la eterna reivindicación del gupo parlamentario propio en el Congreso tras las próximas elecciones generales. Montserrat Tura, alias «la indomable», no ve otra forma de obligar al PSOE a que practique el federalismo.
Mientras Artur Mas se henchía frente al presidente de La Caixa y su Círculo Financiero prometiendo moderación fiscal y dejar la tasa de paro a la mitad, Montilla se ha dado a la nostalgia recordando los kilómetros de autovía, el número de hospitales y los centros de día construidos en estos años. Los deberes hechos en ese apartado ya no puntúan. Los catalanes echan de menos el liderazgo personalista que sólo los hombres de Jordi Pujol pueden reeditar.
Luz Sanchis