sábado, septiembre 21, 2024
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«El cocherito (oficial) leré»

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Dicen de Rodolfo Martín Villa que jamás se ha bajado de su coche oficial. Y, con su curriculum, no me extraña. Es más, se lo merece. Ese servicio del Parque Móvil lo hemos pagamos entre los que leemos este artículo y muchos más millones de españoles.

Pero Martín Villa, exministro de Interior en los años más duros del inicio de la democracia, tiene derecho a coche y chófer por los servicios prestados, aunque ahora corran a cuenta de una empresa privada.

En los últimos años ha habido otros muchos «Martín Villa» a los que les han salido los dientes en el coche oficial y nunca se han bajado del carrito. Entre ellos, un casi adolescente Alberto Ruiz-Gallardón que, desde los tiempos de Don Enrique Tierno Galván, ha estado siempre en la pomada política y ha evolucionado al paso de la velocidad que le daba el «cocherito (oficial) leré» .

Pero los coches oficiales tienen lo que tienen: todo lo que se ve, se ve a través de las ventanillas con cristales tintados. La realidad por donde pasan no la perciben como realmente es, sino como quieren que sea detrás de sus cristales acorazados y tintados. Y en esa burbuja que les protege, hacen y deshacen a su libre albedrío.

Y en esas está Ruiz-Gallardón.

El actual Alcalde de Madrid, y otrora aspirante a no se sabe qué, va dejando deudas por donde pasa y pisa. Una especie de «caballo de Troya» moderno. Su estancia en la presidencia de la Comunidad de Madrid dejó una deuda de casi 9.000 millones de Euros y su paso por el Ayuntamiento de la Capital supera los 7.000 millones. Si la Comunidad y el Ayuntamiento de Madrid fueran empresas privadas Alberto Ruiz-Gallardón habría sido destituido de manera fulminante hace muchos años. No puede haber una gestión peor que la suya. Pero resulta que es «el verso suelto» de la política y del PP y, por ello, se le perdona todo.

Pues ya está bien.

Salvo la calle de Serrano, Madrid está sucio, los parques y jardines están desatendidos; su gran obra, la M-30, tiene goteras hasta en verano, y la superficie es un compendio de chapuzas y obras inacabadas impropias para la enorme inversión realizada, gracias, sobre todo, al «Plan E» de ZP. De lo contrario tendríamos un barbecho a ambas orillas del Manzanares.

La caja de Gallardón está con telarañas porque lo ha malgastado todo y ha tirado nuestros impuestos al río. No tiene liquidez, no paga a las empresas de servicios, apaga las farolas y tiene a la ciudad hecha un guarrería. Y la culpa es del Gobierno de Zapatero que no le deja meterse en más deuda que pagaríamos los mismos. Menos mal. Algo hay que agradecerle a ZP.

Eso sí, a su despacho en el Palacio de Cibeles –el nuevo Piramidón- no le falta de nada, ni siquiera un gasto diario de 3.000 Euros, como publico El Mundo, y muchos millones más que ha costado su rehabilitación.

Los madrileños tenemos lo que queremos y, según van las cosas, parece que queremos que nuestros bisnietos paguen la deuda que nos ha dejado don Alberto para que siga viajando confortablemente en su «cocherito (oficial) leré» del que no se ha bajado desde que era casi un adolescente.

Como Martín Villa, pero con menos mérito y más deuda.

Alfonso García

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