Con los analistas hablando de una «ola» Republicana en las legislativas, sería de esperar que el candidato Demócrata aquí fuera machacado, en un distrito ganado al Partido Republicano en 2008 por poco. Pero Tom Perriello viene estando sorprendentemente cerca del Republicano Robert Hurt en los sondeos — y su éxito evidencia varios factores enfrentados que influenciarán los resultados del martes.
No me malinterprete: no voy a ofrecer ninguna predicción. Muchos sondeos pronostican que los Republicanos se hacen con la cámara, y seguirán contando con este distrito como «probable victoria» Republicana. Pero la última encuesta de Perriello antes de las elecciones le sitúa a sólo un punto porcentual detrás de su rival Republicano.
¿Qué es lo que está haciendo Perriello bien para darle una oportunidad de resistir la avalancha Republicana? Tras seguir un debate el otro día celebrado aquí, en esta decadente ciudad industrial situada a las orillas del James, observé varios puntos interesantes:
Perriello no ha salido huyendo, como tantos Demócratas han hecho este año. Ha sido directo en su apoyo a la reforma sanitaria y la batería de estímulo económico, a pesar de las tentativas del Partido Republicano de demonizar estos asuntos. Durante el debate celebrado en el Randolph College, tuvo la valentía de decir que la gente debe portarse como «adultos» y reconocer que el estímulo «evitó una depresión».
El Demócrata ha sido implacable, hasta el extremo de decir francamente mezquino, a la hora de ir a por su rival Republicano. Enfrentándose a una fuerte presión Republicana, Perriello y sus partidarios respondieron con una serie de anuncios negativos que, entre otras cosas, han hecho un uso oportunista de que el nombre de su rival sea «Hurt».
Perriello viene situándose por delante de los Demócratas a nivel nacional a base de presentarse como un independiente dispuesto a desafiar a la dirección de su partido en las cuestiones de principios. Plantó cara al lobby agrícola (es contrario a los subsidios del etanol) y a los sindicatos comerciales (apoya la tradicional posición de Virginia como estado con leyes que prohíben la afiliación forzosa a los sindicatos). Dice que esta postura independiente le está ayudando a ganarse el 60% del voto «indeciso».
En cuanto a Hurt, ilustra el dilema Republicano de que no se puede tumbar algo con las manos vacías. Es un Republicano afable y acomodado que hizo tablas como senador del estado. Pero no tiene un programa en toda regla: Repitió la necesidad de cuadrar los presupuestos en casi todas las respuestas del debate, pero no dio casi detalles.
Los cronistas han observado una tendencia similar a nivel nacional: El Partido Republicano encabeza una campaña negativa casi totalmente, prolongando la estrategia adoptada por la dirección del partido en el Congreso. Ya sabe en contra de lo que están los Republicanos. (Hurt recibió la mayor ovación de la noche cuando dijo de la reforma sanitaria: «Tenemos que derogar esa ley y empezar de nuevo»). Pero es mucho más difícil saber lo que defienden los candidatos Republicanos al Congreso. Eso significa que si el Partido Republicano se hace con la cámara, como se espera de forma generalizada, no va a tener un gran peso aparte de para impedir el trámite de las legislaciones Demócratas.
Hurt ilustra la naturaleza atractiva apoyada en consideraciones personales en lugar de en la lógica que tiene el ataque Republicano. Repite como un maleficio vudú los nombres de Barack Obama y de la presidenta de la Cámara Nancy Pelosi. El motivo de que el Partido Republicano gane fuerza con los encantamientos Obama-Pelosi, sospecho, es que los dos son considerados no simplemente izquierdistas, sino elitistas. Ese es un punto débil permanente de los Demócratas modernos — para muchos electores, ellos son el partido de la ropa de diseño y la Facultad de Derecho de Harvard.
Una razón del relativo éxito de Perriello es que él ha esquivado este sambenito de elitista. Es un distrito en el que el paro ha causado estragos, y él se ha centrado en cuestiones prácticas de creación de empleo. («La gente está sufriendo», decía John Guthrow, un ingeniero en paro entre la audiencia del debate que perdió su empleo el año pasado y es un partidario convencido de Perriello). Perriello da imagen de ser rudimentario, y también avispado. De la esperanza de volver al Congreso y al caos partidista, dice «soy católico, de forma que la pobreza es algo que suscribo».
Una observación final que me llevo de esta incursión pre-electoral en la campaña es el buen juicio de los votantes (al menos de los que asisten a los debates). En un año en que los activistas anti-gobierno del movimiento fiscal han acaparado la atención, fue agradable que me recordaran que muchos votantes, a juzgar por las preguntas planteadas aquí, parecen preocupados por cuestiones prácticas como infraestructuras, escuelas y empleo. Quieren políticos que no sólo hablen de decisiones difíciles sino que están realmente dispuestos a tomarlas.
No puedo evitar pensar que si más Demócratas se hubieran pronunciado en la línea de Perriello – apasionado con la economía, independiente de los grupos de interés Demócratas, claro en su trayectoria — los resultados del martes podrían ser diferentes.
David Ignatius