domingo, noviembre 24, 2024
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Schumer ayuda a los demócratas a ponerse políticos

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La historia dirá que Nancy Pelosi ganó su apuesta por seguir siendo líder Demócrata en la Cámara por un margen cómodo. Pero a nadie que escuchara a los legisladores Demócratas entrando y saliendo del Cannon Caucus Room el miércoles se le ocurriría llamarlo una victoria.

«La verdad es que el momento de Nancy Pelosi ha pasado», decía el Congresista Allen Boyd (Fla.), uno de los más de 60 Demócratas que se dejaron su escaño el día de las elecciones. «Y ella es el rostro de la derrota».


«Cuando se ha sufrido la mayor derrota experimentada por cualquier mayoría en mi vida», decía el Congresista Peter DeFazio (Ore.), que encabezaba la iniciativa para posponer la votación de la apuesta de Pelosi a la dirección, es «momento de reflexión para entender mejor las razones de esas derrotas».


Y el Congresista Bill Pascrell (N.J.), que se declara «uno de los amigos más íntimos de Nancy Pelosi aquí en el Congreso», decía que al votar para conservar como líder a Pelosi, los Demócratas «perdieron una oportunidad hoy de enviar a América el mensaje de que entendemos lo sucedido estas últimas elecciones».


La primera reprimenda a Pelosi por sus colegas se producía el martes, cuando los disidentes Demócratas forzaban una larga sesión del comité parlamentario para dar salida a su frustración. El siguiente golpe llegó el miércoles, cuando los disidentes forzaron unas elecciones secretas en torno a si posponer o no la votación de Pelosi — y luego ganaron por un margen mayor de lo esperado de 68 votos. Eso se traduce esencialmente en una moción de censura a Pelosi por parte del 35% de la representación parlamentaria Demócrata entrante.


Y en otro reproche a la presidenta de la Cámara caída en desgracia, 43 Demócratas votaban a favor de su rival simbólico, el moderado Heath Shuler (N. C.) — incluso si pocos calificarán a Shuler de candidato preparado y sólo un par de docenas de colegas de Shuler entre la moderada Coalición de Demócratas Conservadores pudieron votar. (El resto ha perdido sus escaños, de manera que puede quejarse, pero votar no).


El gabinete de Pelosi había esperado originalmente tener cerradas las elecciones en la representación hacia las 13:00 horas, pero ella no compareció ante las cámaras hasta las 15:52, y tuvo problemas para forzar su sonrisa de costumbre. «Más de 60 Demócratas de la Cámara fueron derrotados en estos comicios», le recordaba Luke Russert en la NBC, con la cámara en marcha. «Su popularidad entre los independientes — se mantiene en el 8%».


«¿Cuál sería su popularidad si se hubieran invertido en su contra 75 millones?» replicó Pelosi al corresponsal con 25 años de experiencia.


Con anterioridad, mientras Pelosi trabajaba dentro de la sala de la representación tratando de sofocar la rebelión, sus críticos se expusieron un poco a los más de 50 periodistas acreditados que esperaban fuera de la estancia. El más cáustico de esos críticos fue Boyd, que ha perdido su apuesta por una octava legislatura. «Puede que no haya precedentes de una presidenta de la Cámara que presida una derrota tan considerable… permaneciendo a continuación como secretario del partido», decía.


¿Merece Pelosi pues parte de la culpa de la derrota de él? «Absolutamente», decía Boyd, añadiendo que «en algún momento, hay que dejar de lado tu programa personal y tus ambiciones por el bien del país».


Hasta el «amigo» de Pelosi, Pascrell, hablaba ante las cámaras de televisión de fallos bajo su dirección diciendo, «Pusimos a muchos de nuestros miembros en peligro al someter a votación proyectos de ley que nunca iban a salir del Senado de los Estados Unidos». DeFazio, a su vez, decía, «El mayor fallo de este Congreso fue que la Cámara actuó básicamente como — como brazo de la Casa Blanca».


Tras su larga y tortuosa reunión, Pelosi salía para enfrentarse a la prensa. Jugueteaba con su collar y se humedecía los labios mientras el Congresista John Larson (Conn.) la presentaba como «nuestra gran líder».


«Me gustaría que todo América pudiera haber visto hoy nuestra representación parlamentaria», decía ella.


Un periodista preguntaba lo que les diría a los votantes que esperaban un cambio y ahora ven en su sitio a los mismos líderes Demócratas. «El mensaje que recibimos del pueblo estadounidense es que quieren un puesto de trabajo», respondía Pelosi.


Y ningún estadounidense quiere un empleo más de lo que Pelosi quiere el suyo como secretario de los Demócratas de la Cámara.


A medida que la dirección empezaba a dispersarse, Larson sintió la necesidad de decir una cosa más en defensa de Pelosi. «¡Ellos conocen su implicación! ¡Lo que es más importante, conocen sus intenciones sinceras!» espetaba haciendo que la procesión que se marchaba se congelara a mitad de la retirada. «Y eso fue lo que se vio hoy: el sentimiento sincero de esta representación parlamentaria apoyando a esta gran líder».


Algunos de ellos acababan de tener problemas para expresar su afecto por la gran líder.


Dana Milbank

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