Si hace días, el presidente del Congreso se refería a él como el “vicepresidente o más”, ha sido su viaje a Afganistán el que nuevamente ha llenado los cenáculos y corrillos políticos, El Partido Popular parece no salir de su asombro ante tanta actividad de Alfredo Pérez Rubalcaba que, efectivamente, ha viajado a Afganistán cumpliendo así un compromiso adquirido hace tiempo con la propia Guardia Civil. Pero cubre tantos huecos, se mete en tantos charcos que realmente lo suyo resulta sorprendente.
Pero esta sorpresa no debe trasladarse a un supuesto debate sucesorio. No es eso lo que se respira en Moncloa, ni desde luego en Ferraz y el que menos de todos, el propio afectado. Estando como está en sus últimos metros, Rubalcaba ha decidido correrlos a fondo, hasta el último centímetro pero nada más.
Rubalcaba en el fondo hace lo que le dejan hacer. No entra en charco alguno sin el visto bueno expreso del presidente Zapatero. Todo responde a una estrategia diseñada previamente, de manera que Rubalcaba no es un kamikaze. Es, eso sí, “el hombre” del presidente, vicepresidente “o más”, pero es lo que el presidente quiere que sea.
¿Significa que Zapatero está en suave retirada? Sólo lo sabe él. Lo que sí es cierto es que en su partido hay ansiedad, que las encuestas les dan la espalda y que Rubalcaba no va a dejar de hacer nada de lo que viene haciendo. Y lo hace porque Zapatero quiere que lo haga; es probable que necesite que lo haga para él quedar un poco a resguardo, pero ver en esta omnipresencia de Rubalcaba la despedida de Zapatero es una ecuación que no cuadra. Al tiempo.
Charo Zarzalejos