El experimento Tomás Gómez era interesante. Sorprendentemente, la dirección del PSOE se implicó de modo tan intenso como innecesario en eliminarlo de la lista electoral para las autonómicas madrileñas a pesar de ser el secretario general en la región. Todo el mundo sabía que, sin aparente diplomacia, desde el presidente del Gobierno al vicesecretario general del partido pasando por el todopoderoso Pérez Rubalcaba, le querían fuera de las listas y la influencia política y a algunos pareció un suicidio que Gómez se rebelara, mantuviese su candidatura en unas primarias e incluso ensayase la posibilidad de dibujar un PSOE distinto. Y, además, ganó las primarias. Más allá de algunos gestos, un poco burdos, para que su partido, al menos en Madrid, retomara un aire izquierdista y sindical, lo importante del experimento era la demostración de que el presidente Rodríguez Zapatero estaba ya lejos del aura y del poder que había desplegado en periodos anteriores.
Ganó Gómez pero da la impresión de que el experimento se ha venido abajo. Con la elaboración de las listas para las elecciones regionales y locales, la actual dirección de los socialistas madrileños se comporta como si todavía estuviese en las primarias, peleando con sus opositores internos y dejando, mientras, que el PP se refuerce más de lo que ya estaba. Al mismo tiempo, sus gestos contra el presidente y el aparato del partido se volvieron más demagógicos que manifestación de un nuevo proyecto. Ni ha sabido recomponer la cohesión de los socialistas madrileños después de ganar en las primarias (ni la que tenía a su favor previamente) ni ha podido hacerse con el equipo que encarne un nuevo modo de hacer (pareciéndose cada día más a la inane oposición que hizo tras los embates de Rubalcaba y compañía).
Tantos errores harán que, con toda probabilidad, pierda las elecciones ante Esperanza Aguirre. Aún más, Tomás Gómez está a punto de desbaratar un proyecto a más largo plazo que habría podido encabezar si hubiese hecho las cosas de otra manera, es decir, asentar un liderazgo en la izquierda a salvo de perder en los próximos comicios, elaborado a medio plazo para construir desde la oposición parlamentaria –lo que hasta ahora le ha estado velado- una alternativa. Avanza a pasos agigantados hacia el objetivo contrario: terminar su carrera política el próximo mes de mayo.
Germán Yanke