Hoy hace treinta años España se despertó con el corazón helado. La intervención del Rey certificaba que el golpe protagonizado la tarde anterior por el teniente coronel Tejero había fracasado de manera estrepitosa. Toda una vacuna para la entonces joven, muy joven democracia.
Ayer por la tarde y bajo la batuta de José Bono, acostumbrado a la liturgia toledana, en el hemiciclo del Congreso nos reunimos casi todos los que hace treinta años estábamos allí. La estupefacción y el miedo de hace tres décadas, se trastocó en el acto de ayer en una tarde de reencuentros. Cada uno tiene sus recuerdos y todos ellos, puestos en común, dan como resultado unas horas inolvidables y, afortunadamente, irrepetibles.
De los actos de ayer en el Congreso quedan imágenes que si hoy tienen valor, mucho más lo tendrán dentro de un tiempo. Aquel Fraga valiente y digno que dijo a Tejero “no me ponga una mano encima”, queda un Fraga, hoy especialmente digno en su vejez, al que el tiempo ha hecho estragos, un Felipe González con el pelo blanco y un Santiago Carrillo que ahora “solo” fuma un paquete al día y que parece haber hecho un pacto con el calendario que por él pasa pero muy despacito.
Bono, flanqueado por el Presidente del Gobierno y el líder de la oposición reivindicó en su discurso la figura de Adolfo Suarez, el gran ausente, junto con Gutiérrez Mellado de esta tarde de reencuentro que abrió en salón de pleno el que aquel fatídico día fuera Presidente del Congreso, Landelino Lavilla.
Sobre el golpe se han escrito medio centenar de libros, muchos de sus protagonistas continúan recordando su papel en aquellas horas que nos llenaron de escalofríos y los que vivimos aquella jornada en directo podemos sentirnos privilegiados por haber vivido sin intermediarios una jornada que treinta años después merece ser recordada.
Recordando lo vivido, lo actual, nuestro día a día, pese a todos los problemas, polémicas y otros desmanes hay que concluir que nuestra democracia es lo mejor que tenemos. El camino no ha sido fácil pero ya es seguro.
Charo Zarzalejos