Cada vez que llega una fecha señalada como la del 8 de Marzo, Día Internacional de la Mujer, se puede caer en la trampa de tomar en consideración a quienes piensan y dicen que estas conmemoraciones no sirven para nada. Es verdad que en numerosas ocasiones se ha podido pecar de exceso, pero no es menos cierto que, aunque sea una vez al año, se ponen de relieve muchas realidades ocultas.
Afortunadamente en España hemos avanzado a un velocidad de vértigo en lo que se refiere a legislación laboral e igualdad, sin embargo queda mucha discriminación que días como este se encargan de recordar. Y es que no parece propio que en pleno siglo XXI más de la mitad de las mujeres trabajadoras cobren menos que los hombres por idéntico trabajo o que sean despedidas por quedarse embarazadas. Estos atentados, y más, siguen ocurriendo en la España de 2011 por lo que su denuncia, por justicia y no por feminismo rancio, es obligada. Resulta intolerable que un gran número de empresarios lleven a cabo todavía esas prácticas y que las administraciones sean incapaces de meterlos en cintura.
La fatalidad ha querido que la conmemoración del 8 de Marzo venga acompañado de la muerte violenta de otra mujer, y ya van 14 en lo que llevamos de año. A pesar de las campañas de concienciación de todas las administraciones, de los servicios públicos que se ponen a disposición de las víctimas de malos tratos y del cambio de mentalidad de los funcionarios y de la sociedad en general, algo sigue fallando cuando no podemos evitar que siga creciendo esta lacra. Al menos, afortunadamente, hemos dejado de llamar “crimen pasional” a estos actos de terrorismo, sin embargo los eufemismos elegidos “violencia de género” o “violencia machista” no parece que tengan un efecto disuasorio. Tampoco ayuda el tratamiento que se da en los medios de comunicación a los casos de maltrato, quedándose, en la mayoría de las ocasiones en el mero suceso. Quizás habría que reflexionar e intentar ir más allá del episodio que surja en la actualidad y ejemplificar con las condenas que recaigan sobre los asesinos y maltratadores. A lo mejor alguno se lo pensaba.
También resulta muy lamentable que determinados políticos traten de sacar rédito electoral a estas tristes circunstancias. Es el caso del Consejero de Presidencia, Justicia e Interior de la Comunidad de Madrid, Francisco Granados, que una vez más ha tirado de su habitual demagogia contra el Gobierno de España eludiendo sus responsabilidades que también las tiene.
En situaciones así no deberían buscar votos. Pero es lo que hay.
Editorial Estrella