La eterna canción, aunque los accionistas deberían estar escarmentados, porque llueve sobre mojado: la salida a Bolsa de una filial de una gran compañía está condenada a una posterior reabsorción, después de que el valor haya sufrido una fuerte caída. Entonces, la matriz la recupera a un precio mucho más bajo y aquí paz y después gloria, aunque en el camino queden cientos o miles de minoritarios con pérdidas.
En este caso, al menos, los accionistas tendrán acciones de Iberdrola, pero hace poco más de tres años se nos vendió que Renovables era la quintaesencia mundial. Ahora, se retira del mercado, por lo que, o no era tan buena o ¿qué ocurre?
Sabido es que Ignacio Galán presionó con mucha insistencia a los bancos de inversión para que colocaran una compañía cuando la incipiente crisis ya había enseñado sus dientes. Aun no había caído Lehman Brothers, pero las subprime ya alertaban de lo que había en ciernes. Sin embargo, se valoró a casi 30.000 millones de euros. Y se colocó, claro.
Una vieja historia que recuerda a Terra, Móviles, Cintra, Puleva Biotech… Es cierto que la renta variable se llama así precisamente por eso: se puede ganar mucho con ella, pero también se puede perder (todo). Pero también que, de la misma manera que se alerta de que los pagarés de Rumasa son arriesgados, conviene empezar a pensar que la CNMV debería advertir de las colocaciones de filiales.
A estas alturas de la película, parece que a Galán le importan los minoritarios lo mismo que a todos: nada, o muy poco. Son unos señores que cuando interesa, se les coloca y cuando vuelve a interesar, se les quita. Si a eso se le añade una batalla oculta con Florentino Pérez que tiene grandes dosis de personalismo, parece claro que los accionistas, una vez más, son los objetos decorativos de esta película… aunque pongan el dinero ellos. La compañía es de los gestores, no de sus dueños.
Y claro, los sustanciosos bonus no desaparecen, al contrario. De nuevo Galán aparece en el podio de los más privilegiados en esta área. Nadie pone en duda su capacidad de crear una gran empresa, pero también es complicado que desaparezca la idea de que con Renovables se ha hecho una jugada muy parecida a algunas realizadas en tiempos pretéritos, cuando las puntocom se presentaban como una maravilla, y sus elevados precios nadie discutía. Todo el mundo sabe cómo terminó la historia.
Editorial Estrella