Bien, ya sabemos cómo es el debate político, siempre ajustado a sus términos. Gastaba Rodríguez Zapatero como si viviésemos en Jauja y la Oposición le llamaba botarate que, aunque sea un americanismo, define al derrochador. Vinieron luego las vacas flacas, las exigencias europeas y el presidente se puso a ahorrar aquí y allá. ¿Qué dijo la Oposición? Que era un botarate, es decir, un tipo atolondrado, que cambia de opinión, que donde dijo dije dice Diego, etc.
Ahora, el presidente respalda la intervención internacional en Libia aprobada por el Consejo de Seguridad e incluso nuestro país participará en ella con los riesgos consiguientes. Se le vuelve a recordar que es un botarate y se le reprocha su antiguo pacifismo y los retruécanos sobre si se iba o no a una guerra en Afganistán.
Lo que los críticos deberían preguntarse es si basta, como argumento político, decir que el presidente es un botarate haga lo que haga, lo que sus adversarios le reprochaban o lo que le demandaban. Y deberían preguntárselo no sólo por coherencia sino porque limitarse a ello es una de las más patentes demostraciones de falta de iniciativa. Hace bien Rodríguez Zapatero en ahorrar y será sólo un botarate para quienes no saben o no quieren decir en qué se debe ahorrar. Y hace bien en apoyar y participar en una operación militar internacional en defensa de los libios y, con esta decisión, sólo sería un botarate para quienes han asistido silentes y un tanto acomplejados a lo ocurrido en los países árabes, a lo que sigue ocurriendo y al debate sobre lo que hacer en la Unión Europea y en la ONU.
Si le apoyan, botarates que apoyan a un botarate. Si hubieran hecho propuestas, serias y concretas, tendríamos, sin embargo, un Gobierno en las últimas cediendo a una Oposición que domina la iniciativa.
Germán Yanke