Al parecer todo el mundo tiene miedo a Elizabeth Warren, la profesora de Derecho en Harvard designada por el Presidente Obama para crear la nueva Agencia de Protección del Consumidor de Productos Financieros.
La sección editorial del Wall Street la llama «Presidenta Warren» y «zarina» al frente de «un imperio». Richard Shelby, el coordinador Republicano de Alabama en el comité de economía del Senado, cree que ella está orquestando «un plan de extorsión reguladora» a las hipotecarias. Y Spencer Bachus, secretario del Comité de Servicios Financieros de la Cámara, decía a Warren el miércoles que «probablemente dirija la agencia más poderosa creada nunca en Washington».
Eso va a ser una novedad para el Pentágono.
Pero siguiendo la tradición del magistrado al frente del Supremo John Roberts, que se describía ante los legisladores como un humilde «árbitro», Warren se definía como una simple ayudante del comisario.
«Si hubiera habido un poli en la jurisdicción con competencias para pedir cuentas a las empresas de servicios hipotecarios hace media docena de años», anunciaba, «el problema de los servicios de préstamo hipotecario habría salido a la luz… mucho antes de convertirse en un escándalo nacional».
Warren añadía: «Nos hace falta un poli en la jurisdicción con el que puedan contar las familias estadounidenses. Es muy importante que hagamos esto bien – un policía de verdad haciendo la ronda».
«Usted no para de decir poli de ronda, poli de ronda», se quejaba la congresista Shelley Moore Capito, R-W.Va., moderadora de la vista matinal.
Warren no podía negar esto. En respuesta, decía que los bancos tienen que saber que hay «un poli haciendo la ronda» y que su agencia va a necesitar «dinero suficiente para tener de ronda a los policías suficientes». Antes de completar su testimonio, la agente de Warren se marcaba cuatro referencias más a policías haciendo la ronda — situándola probablemente en violación del estatuto de coñazos del sector público.
Pero es una metáfora útil: Si ella es la policía, entonces los bancos son los ladrones, y los integrantes de la mayoría Republicana en el comité suenan a abogados de la defensa.
Reiterando los lemas de sus clientes banqueros, los legisladores se quejaban de que la nueva instancia estará dirigida por una directora en lugar de una comisión bipartidista (al margen de que la Oficina del Supervisor de la Divisa, otro regulador bancario, funcione de la misma forma), y de que está exenta del proceso de asignación legislativa de fondos (al margen de que otros reguladores se creen de la misma manera).
Básicamente, los miembros de la comisión no quieren que la Oficina de Protección del Consumidor de Productos Financieros tenga nada que no sea del gusto de los banqueros.
El congresista Blaine Luetkemeyer, R-Mo., decía que la instancia es «lo último que les hace falta a nuestros agentes de crédito». El congresista Robert Dold, R-Ill., se burlaba de «la teórica protección del consumidor» que iba a brindar la instancia. El congresista Sean Duffy, R-Wis., se quejaba de que, en la agencia de Warren, «la protección del consumidor se puede imponer a la seguridad y la solvencia».
La refutación evidente de las quejas de Duffy es la burbuja inmobiliaria, en la que instituciones bancarias poco reguladas se saltaron los mecanismos de protección del consumidor — y el sector financiero casi se derrumba. Pero en lugar de llegar allí, Warren sonreía amablemente y asentía comprensivamente. Trató de presentarse como una chica normal («la primera casa que compramos costó 23.300 dólares») y una patriota («yo iba a la Base Aérea de San Antonio mientras mis hermanos hacían la instrucción»). Decía haber sido «instruida» por los legisladores y haber recibido «buen consejo».
La adulación no le hizo llegar muy lejos con los Republicanos de la comisión. Estaban particularmente molestos porque tendrá el puesto sin ser elegida formalmente para encabezar la instancia, que inicia sus actividades dentro de tres meses.
«Usted carece de cualquier autoridad legal para involucrarse en estas cuestiones en las que se está involucrando», la informaba Patrick McHenry, legislador de Carolina del Norte.
Bachus, que pretende abolir el cargo de director de la instancia antes de haber sido ocupado, la tildaba de «directora interina de esta presunta agencia».
«No, congresista, aquí no hay interinos«, respondía Warren.
Duffy discrepaba. «Es blanco y en botella», decía él, precediendo su prueba de la leche con la advertencia: «No quiero redundar en lo evidente».
Los relinchos continuaban: «Señora mía, ha consumido usted 30 segundos de mi tiempo sin responder a mi pregunta… Me está usted dando largas… Está usted exigiendo a la gente que se someta a cosas a las que usted no está dispuesta a someterse, y eso es dar respuestas directas, claras y concisas».
El último en preguntar, el congresista Scott Garrett, R-N.J., estuvo ausente hasta el final, llegando justo a tiempo para insinuar que Warren estaba violando la ley. «¿Qué autoridad legal tiene una funcionaria política elegida a dedo en una situación así?»
La agente Warren volvía a sacar su proverbial placa. «Congresista», decía, «yo creo que nos hacen falta polis de ronda para que se respete la ley».
Dana Milbank