Que los terroristas mienten es una evidencia reiterada: es falso el tópico de que “ETA dice siempre la verdad”, con el que, más que combatirla, se suelen zaherir unos a otros cuando, desgraciadamente, la lucha antiterrorista se convierte en arma arrojadiza del debate político. Esta constatación no significa que siempre mientan y argüirlo en ocasiones es una mala defensa. Sobre lo ocurrido y lo negociado durante el último “proceso” (que siempre marchaba bien e iba a conseguir el fin de la banda) sabemos ya mucho, por confesión de los participantes, por los documentos elaborados en Loyola, por libros publicados y por revelaciones de los medios de comunicación.
La aparición ahora de unas actas de las reuniones redactadas por los terroristas –ya se presenten subrayando lo que se cedió o lo que no llegó a cederse- tienen, por tanto, toda la verosimilitud, al menos en el fondo: se negociaba con ETA, antes y después del atentado de Barajas, lo que, además de ser indecente, no se podía negociar de ningún modo, se ponía a la oposición y a la Judicatura como las trabas que había que superar, se mentía a la opinión pública y al Parlamento, se buscaba con espantoso compadreo la gloria de ser los artífices de una supuesta “paz” más sin coste para los terroristas que sin precio para el Estado de Derecho. Todo ello, además, trufado con los datos que se van conociendo del caso Faisán que, independientemente de su posterior calificación jurídica, es otro baldón para el Gobierno.
Todo es de gran gravedad y exige tanto aclaraciones sobre el pasado, con sus correspondientes responsabilidades, y el presente, con su consiguiente firmeza. No tengo motivos para dudar de que el Gobierno, en este caso con su ministro de Interior al frente, ha optado por la política de tolerancia cero, también el las pretensiones de burlar la ley para conseguir que los alias de Batasuna no estén en las próximas elecciones. Pero esto no obsta para que su posición política quede debilitada por lo que vamos sabiendo y que el Gobierno, aunque recorra sus últimos tramos, explique y formule ante los españoles su posición. Hay que tener en cuenta que la presencia de Batasuna en las instituciones era uno de los temas de trato y componenda, al que no se puede responder ahora con ese argumento vergonzoso de que la debilidad de la banda y las posibles disidencias en ese mundo se deben a estas negociaciones y no a la firmeza del Estado de Derecho, la actuación de las Fuerzas de Seguridad y la cooperación internacional en la lucha contra el terror.
Cada dato que se conoce aumenta la vergüenza y la zozobra. Habrá que reconocer la primera y paliar la segunda con una formulación pública que en ningún caso puede ser afirmar que el presente, lo que se hace y se va a seguir haciendo hoy, es la continuación de un pasado que nunca debería haber existido.
Germán Yanke