Lo lógico –al menos eso trataré de explicar- es que el presidente Rodríguez Zapatero no anuncié mañana sábado si ha decidido presentarse de nuevo a las elecciones o retirarse. Es a mi juicio tan lógico que las expectativas de que algo así ocurriera se han desinflado, que los promotores de la idea se van poco a poco callando y los especialistas en el presidente no lo contemplan salvo que, como dicen algunos como coletilla, haya sorpresa “porque ya se sabe cómo es Zapatero”. Si con comentarios como este se quiere dar una idea desenvuelta y autónoma en sus decisiones del actual secretario general del PSOE se le hace un flaco favor porque la decisión es de gran trascendencia y nadie entendería que se deje al albur de cómo el presidente se despierte mañana sábado o haya dormido estos días.
Anunciar si ha decidido no presentarse (que es en puridad lo único que le compete directamente) a mes y medio de las elecciones autonómicas y locales no va a hacer, tanto por falta de tiempo como por coherencia, que los ciudadanos se lancen a votar a algunos candidatos desasosegados. La insistencia en ello de algunos ‘barones’, como si su suerte dependiera de alejarse del presidente o de que él decidiera alejarse de ellos, me ha parecido siempre uno de los ejercicios más vacíos de seriedad, agujero que termina siendo ocupado por la hipocresía, como si el descontento no procediera de resultaos y políticas en los que todos ellos han participado activamente. La fotografía y el relato del país es lo que ha producido la desazón de los militantes socialistas y el desdén, cuando no el enfado, de amplios sectores de votantes. Un anuncio espectacular no va ha hacer, desde luego, que los ciudadanos salgan en mayo de sus casas exclamando “sí, ahora sí”. ¿O alguno de los insistentes ha planteado, incluso en sus competencias regionales o municipales, una alternativa a aquello por lo que se juzga al presidente?
Por otro lado, si el anuncio no va acompañado de elecciones anticipadas, no haría sino jugar en contra de su partido, colocándole durante más de un año, fracaso autonómico de por medio, en una perniciosa situación de interinidad. Si se pretende demorar la convocatoria a las urnas a resultas de cómo y a quién elija el PSOE para sucederle, la batalla interna, por muy elegante que sea, afectaría negativamente a la campaña de las elecciones de mayo dejando además, mal que les pese a quienes desean la sorpresa, sin referentes estables en su cita con las urnas.
Además, la interinidad no afectaría sólo al partido del presidente y a la imagen del Gobierno, sino a las reformas en las que se trabaja. Independientemente del juicio que merezcan a los ciudadanos, por su intensidad o su eficacia, siempre resultan mejores que la inestabilidad y la certidumbre. Si, como parece, el presidente mira todos los días cómo va el diferencial de la deuda con Alemania como quien mira las constantes de un enfermo grave y hospitalizado, debe huir de las sorpresas y dedicarse por el momento a gobernar.
Germán Yanke