Ya son tres los casos reabiertos en los tribunales por espionaje político en el Gobierno de Esperanza Aguirre. Se archivaron en verano en sus respectivos juzgados y se activan por decisión de la Audiencia Provincial. Está abierto el episodio de Prada y Cobo, el de Ignacio González y un tercero, casi anónimo, que bien podría resultar el más impredecible y perjudicial para el PP.
Es el caso de dos ex concejales de Torrelodones. Su testimonio está colgado en la red. Diez minutos que sintetizan qué pasaba en Madrid para que en los años del boom pareciéramos Nápoles. Diez minutos que hacen difícil ceder ante la impunidad de los posibles métodos para gestionar desmanes urbanísticos. Se llaman Jesús María Pacios y Reyes Tintó. Temieron por sus vidas, les amenazaron y les espiaron tras denunciar corrupción urbanística. «No ganó la honradez, ganó lo contrario», dicen. Ahora la Justicia podría dar la vuelta al axioma.
“El tema empezó porque se querían hacer 1.536 viviendas en la zona homogénea norte, un área protegida. ¿A cambio de qué? De nada”. Explica Reyes Tintó, por entonces concejal de Educación. Continúa. “Detectamos determinadas irregularidades, fuimos al partido y no nos hicieron caso. Taparon y se acabó”. El concejal Jesús María Pacios, ex concejal de Juventud, relata la trama. “Tuvimos unas once reuniones en Génova y en Presidencia. Llevamos al despacho de Granados a un promotor y contó cómo le chantajeaban, cómo le hacían dar dinero en el monte. El notario de Torrelodones se reunió con Aguirre para trasladarle la preocupación por la situación urbanística. Mandamos un buro fax a la presidenta y otro a Rajoy. Notamos que nos pedían más pero no para investigar y les dejamos dar documentación”.
Entonces, el PP les abrió un expediente y Génova les expulsó. En el ínterin alguien encargo sus espionajes. Tintó, Pacios y el notario de Torrelodones se convirtieron en el objetivo de aquel verano de 2006. Tres dosieres con vigilancias a diario, informes de sus bienes, el rastreo de la vida laboral de sus parejas.
Jesús María Pacios se enteró del espionaje por una entrevista, ese día llegaba del trabajo. Ejecutivo y padre de familia, no se le conocen aspiraciones políticas excepto su paso por Juventud en el municipio donde nació. “Claro que me ha fallado el partido. A nosotros no, que no somos nadie. Fallan las personas que están dentro. Es el mundo al revés, denuncias una posible irregularidad y te echan a ti. Das pruebas y no se les investiga, se les protege». Reyes Tintó se quedó sin poder asumir la dirección de un colegio en Torrelodones, perdió su trabajo y envió a sus hijos a Estados Unidos los siguientes veranos para que no escucharan los insultos en este pueblo de clase media alta de Madrid, para borrar las pintadas en la puerta de su casa y evitar el mal rato familiar. El día que vio el dossier se preocupó por su marido, consejero delegado en multinacionales y porque el dinero destinado fuera público.
Ninguno se arrepiente. Es muy importante acostarte con la conciencia tranquila, si tus hijos te preguntan, ¿Esto lo has hecho tú?, poder decir que no. Dice ella. ¿Mereció la pena? Por supuesto ¿Lo volvería a hacer? También. ¿Qué querían hacer con el dosier? Si llegan a encontrar algo me hubieran amenazado. ¿Y de dónde viene el encargo? Del Partido Popular, no puede venir de otro sitio. Yo no tengo enemigos. Silencio (…). No tenía.
El notario, también espiado, denunció los seguimientos en un juzgado de Madrid que lo archivó hace un año y presentó recurso. El reciente auto de la magistrada de la Audiencia, Ana Mercedes del Molino, al admitirlo pide que se escuche en sede judicial a los dos concejales espiados. Si estos testimonios los repiten ante el juez, y todo apunta a que así será, veremos qué nuevas diligencias se practican. Así que llegará el 22 de mayo y Esperanza Aguirre, como el aposto, negará tres veces que los casos tienen que ver con ella, es decir, su Gobierno. Veremos si las pruebas lo permiten.
Pilar Velasco