martes, noviembre 26, 2024
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Las memorias de Carlos Iturgaiz

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Mi compañera, amiga y también colaboradora de esta casa Chelo Aparicio ha tenido la brillante idea, bien acogida por la siempre inteligente Ymelda  Navajo, alma mater de La Esfera de los Libros, de escribir un libro que con el título “Vivir frente al terror. Memorias de Carlos Iturgaiz”, nos refresca a todos la memoria —valga la redundancia— de los años más duros vividos en el País Vasco. Carlos Iturgaiz es lo suficientemente joven como para poder compartir con los demás muchas más memorias, pero la de aquellos años en los que el fue presidente del PP del País Vasco,  son especiales. Lo son por su dureza, por su perseverancia, por el miedo acumulado, por el sinfín de funerales que Iturgaiz y con él muchos de nosotros tuvimos que presenciar y llorar. Mirar para atrás es preguntarse cómo fuimos capaces de vivir como vivíamos.

En el acto de presentación, acompañaron a Chelo Aparicio y a Carlos Iturgaiz los tres que fueron ministros de Interior con José María Aznar. Uno de ellos, Mariano Rajoy es hoy candidato a la Presidencia del Gobierno, Mayor Oreja, eurodiputado y Ángel Acebes se dedica a su profesión de abogado después de una retirada tan silenciosa y limpia como leal y elegante.

Iturgaiz vivió en primera fila los años 90. Por aquellos años ETA se ensañó con populares y socialistas. Fueron años de horror y dolor. Hoy la situación es distinta y mejor, mucho mejor, entre otras razones porque, al igual que Iturgaiz, otros muchos no han desistido. Reconozco que soy poco partidaria de recrear los malos recuerdos pero sería un error olvidar de dónde venimos y una injusticia sin parangón no tener siempre presente el dolor de los que más han sufrido. Esto no significa, no puede significar quedarnos atrapados por el pasado, significa no olvidar algunas lecciones aprendidas. Y una de estas lecciones es que con los terroristas no hay mejor receta que la de la estricta observancia de la ley, la deslegitimación de sus acciones y de sus pretensiones y la convicción de que el final de ETA no es un problema nuestro, de los demócratas, sino un problema de los terroristas. Son ellos los que tienen tomar sus propias decisiones, porque los demás, los demócratas, hemos sabido siempre que nunca el fin justifica los medios, que las discrepancias se resuelven con la palabra y no con las bombas y que se gana o se pierde en las urnas y no quitando la vida a un semejante.

Todo esto conviene tenerlo especialmente presente cuando la izquierda abertzale, en sus múltiples versiones, se lía a sí misma y en menos de dos días lanza cuatro comunicados con alambicada dialéctica para no decir lo único que tiene que decir: “ETA, fuera”. La izquierda abertzale se distancia de los terroristas, dice Rubalcaba, pero no basta. Le tienen que dar portazo de manera rotunda, pública y oficial.

No hay que dejarse atrapar por el pasado pero el libro estupendamente  escrito por Chelo Aparicio plasmando las vivencias de Carlos Iturgaiz nos recuerda cómo los que hoy buscan términos alambicados para no decir lo único que tienen que decir, callaron cuando mataron al popular Miguel Ángel Blanco  o al socialista  Fernando Buesa. Fue un silencio cruel, connivente y sostenido en el tiempo. Pensando en el futuro y no en el pasado  toda garantía será poca.

Charo Zarzalejos

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