Una sentencia de 2008 del Tribunal Constitucional ha permitido que salga en libertad el etarra Antón Troitiño, uno de los terroristas más sanguinarios de ETA y que ha cumplido 24 de los más de 2.200 años de prisión a los que fue condenado. La excarcelación de este terrorista, miembro de uno de los más sanguinarios “comando Madrid” de los años 80 y compañero de De Juana Chaos, se produce al aplicar la sentencia 57/2008 del Tribunal Constitucional, conocida como doctrina de «doble cómputo de la pena». Esto supone que si un preso está cumpliendo una pena de cárcel y a la vez está preventivo por otra, cuando es condenado por la segunda se le descuenta el tiempo que ha estado encarcelado por las dos causas.
En el caso de Domingo Troitiño, debería haber salido en febrero de este año, pero al aplicarle la llamada doctrina Parot se le aumentó la condena hasta 2017. Sin embargo, la aplicación ahora de la sentencia del Constitucional ha supuesto que se le descuenten siete años de cárcel.
La excarcelación de este terrorista es, como mínimo, inoportuna en un momento en que el entorno de ETA está sumamente desanimado por los continuos golpes policiales que está sufriendo tanto en España como en Francia. La salida de Troitiño, uno de los más irredentos etarras y, por ello, un símbolo en ese oscuro mundo no hace sino elevar su decaída moral.
Dice el PP que «es una vergüenza que el Tribunal Constitucional, que tiene que garantizar los derechos fundamentales de los españoles, se dedique a garantizar los derechos de los etarras».
No le falta razón y hace que nos planteemos que si sentencias así lo único que hacen es beneficiar a asesinos que atentan contra el Estado de Derecho, no necesitamos este Tribunal que, por otra parte, es muy costoso.
Si el Constitucional no sirve para protegernos de los malos, mejor que se reflexione sobre su existencia. Es, en efecto, una vergüenza.
Editorial Estrella