Si algo puede deducirse en la guerra del «y tú más», que ha dado como enésima escenificación el pleno del Senado de este martes es que, en el Gobierno, tiene más paciencia acreditada el Vicepresidente primero que el tercero, Manuel Chaves. Éste último sacó su espada nada más recibir la primera estocada, dispuesto a todo, menos a escuchar.
Lo malo de la ira cuando se desborda antes de que haya transcurrido un tiempo narrativo (en el que pueda gestarse) es que la actitud defensiva se delata. Es lo que hizo Manuel Chaves al escuchar la última cantinela implacable contra su responsabilidad en los falsos ERE’s de Andalucía y las explicaciones sobre la mediación de su hijo en contratos con la Junta. No cabe duda que mentar a los propios hijos puede desestabilizar a cualquiera.
Chaves negó la credibilidad del PP sobre la base del «y tú más»; habló de otros implicados en los ERE que están en el PP, y sacó la Gürtel; luego calificó de nauseabundo el discurso de la oposición. Por el contrario, asumió el mérito de la modernización y el desarrollo de Andalucía en sus 19 años como presidente. Así que el PP empleaba una vez más la Ley del embudo, la doble vara de medir la corrupción, por que de eso se trataba. Y tú más.
El Senado se transformó así en un griterío entre las exclamaciones de unos y los aplausos de los propios, y salieron cifras de cobros de comisiones que se achacaron el PP y Manuel Chaves. La mera lectura producía el hedor. El presidente del Senado se llegó a desgañitar pidiendo silencio y fuera, una senadora socialista lamentaba el espectáculo. Ella tuvo la decencia de hablar en primera persona, tras haberlo vivido.»Es lamentable que caigamos en el amarillismo en esta Cámara».
Y algo de eso pasó, pues Chaves, que contó en todo momento con el aplauso de su grupo, no suscitó el mismo fervor entre sus compañeros de Gabinete sentados en los escaños. Sólo Rubalcaba, a su lado, aliviado esta vez de los ataques de la oposición, mantuvo su aplauso durante largo tiempo mientras le miraba con conmiseración. Pero la tarde había dejado mal sabor, aunque Chaves pasara de la crispación a la sonrisa en un minuto. Demasiado rápido.
Fue la tarde de Rubalcaba, que respiró tranquilo. Lejos de las interpelaciones, del pasado y del Faisán, se desenvolvió con precisión. «Bildu está en la estrategia de ETA, que describe la operación, y en Bilbu hay personas directamente vinculadas a Batasuna». Luego volvió a evocar que «estamos en el principio del fin» y ensalzó la política de firmeza «que nos ha llegado hasta aquí». Para resultar convincente, sólo le faltó reconocer que la actual estrategia es la opuesta a la que él mismo defendió hace apenas cuatro años, que no logró el debilitamiento de ETA y sí el cisma con la oposición. Ésta, sí.
Chelo Aparicio