domingo, noviembre 24, 2024
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El espaldarazo a la victoria de Obama

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La avanzadilla de la Casa Blanca colocó la tribuna presidencial en un ángulo extraño del East Room, para que un óleo de George Washington quedara justo detrás del Presidente Obama. Esto hacía que pareciera desde un ángulo concreto que Washington estaba felicitando a Obama dando palmadas en su espalda.

No es una exageración creer que el primer presidente se uniría a la felicitación por la muerte de Osama bin Laden el domingo. Diablos, hasta Dick Cheney felicitaba a Obama.

El país estaba unido (por el momento) en una forma que no lo había estado en casi una década. Y Obama había vuelto al East Room a media jornada del lunes — la misma estancia que utilizaba 12 horas antes para dar la noticia de la desaparición de bin Laden — para recibir felicitaciones de victoria.

«Creo que todos estaremos de acuerdo: Es un buen día para América», decía el presidente a su audiencia en la Casa Blanca, reunida con motivo de la imposición póstuma de la Medalla de Honor a dos soldados estadounidenses que cayeron en la Guerra de Corea. «Nuestro país ha mantenido su compromiso de ver que se hace justicia. El mundo es más seguro. Es un lugar mejor a causa de la muerte de bin Laden».

La muerte del líder de al-Qaeda contribuye enormemente a recuperar la confianza estadounidense tras casi una década de conflicto. En el caso de Obama, ofrece la esperanza de la reválida instantánea. La lucha contra el terrorismo, se dice con frecuencia, no acaba con una ceremonia a bordo de un buque de guerra, pero éste era quizá el indicio más visible del éxito.

Justo la semana pasada, Obama se encontraba en la humillante posición de difundir su partida de nacimiento para tratar de demostrar a los que dudan que cumple los requisitos legales para estar al frente de su administración. La noche del sábado, bromeaba con sus bajas cifras de popularidad.

Ahora, de la noche a la mañana, sus rivales políticos no se atreven a criticarle. Dos probables candidatos en 2012 – Mitt Romney y Tim Pawlenty – difundían declaraciones felicitándole. «Elecciones 2012 Canceladas», escribía el humorista Andy Borowitz en una nota humorística de prensa en su página web.

La unidad tras los atentados terroristas de 2001 duró unos meses; ésta se podría prolongar unos cuantos días, si acaso. La mañana del lunes, los turistas japoneses ya reemplazaban a los espontáneos patriotas que la noche del domingo se habían reunido en los exteriores de la Casa Blanca.

Pero Obama es ahora el tipo que encontró y mató a bin Laden (aunque con la aparente ayuda del programa de interrogatorios de la administración Bush). Y eso podría contribuir enormemente a invertir la creciente impresión de que Obama es débil. «Las probables rentas a largo plazo para Obama residen en que puede abordar las inquietudes en torno a que no es un líder fuerte», afirma Andy Kohut, responsable de los sondeos del independiente Pew Research. Sólo el 53% de los estadounidenses consideraban al Presidente «un líder fuerte» antes de este año, muy por debajo de su situación en otros rasgos.

El acto de imposición de la Medalla de Honor el lunes estaba programado mucho antes de que los efectivos del Navy SEAL enviaran a bin Laden a su justo final, pero Obama no podría haber diseñado un acto mejor para envolverse en la gloria del ejército. La estancia estaba a rebosar de uniformes. Los clarinetes interpretaron el «Ruffles and Flourishes» que anuncia la entrada de un jefe de estado, seguida del «Hail to the Chief».

Obama entró rápidamente, borró una mueca de sonrisa y a continuación puso pose de oración mientras un capellán del ejército hablaba de estar «conmovido por las noticias de las últimas 24 horas». Dio un traspiés cuando caminaba hacia la tribuna, y su interpretación, realizada con texto a la antigua usanza en lugar del cue, fue más natural que de costumbre.

«Hoy se nos recuerda que como nación no hay nada que no podamos hacer cuando unimos fuerzas, cuando trabajamos juntos, cuando recordamos el sentido de unidad que nos define como estadounidenses», decía. «Y hemos visto ese espíritu, ese patriotismo entre las multitudes reunidas aquí en los exteriores de la Casa Blanca, en la Zona Cero de Nueva York, y en todo el país».

El comandante en jefe solicitaba el aplauso para su secretario de defensa y su alto mando. «Y esto no está en el guión, pero permitidme reconocer que, sin el liderazgo de Bob Gates, Mike Mullen, Hoss Cartwright, hoy y ayer no habrían tenido lugar», improvisaba.

La ceremonia pretendía reconocer a dos jóvenes caballeros que cayeron en acto de servicio hace 60 años, pero fue un momento emotivo también para Obama.

Recordando la historia de uno de los caballeros, utilizó cierta prerrogativa presidencial: «Tony era un tipo alto. Vivía en Hawái, nadaba en el mar, jugaba al baloncesto. Era de los míos».

Un momento después, añadía: «Fui al instituto con una de sus primas, Whitey. Dígale a Whitey que dije, ‘¿Cómo te va?»

No hace falta preguntar cómo le va a Obama, no obstante. La respuesta es evidente: Mucho mejor.

 

Dana Milbank

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