Que España tiene una grave situación por donde mires, es cosa bien sabida y sufrida.
Por ello, servidor piensa que es muy necesario un gran rearme social y moral para ir arreglando los temas con vistas al futuro, partiendo de lo más básico para recuperar así cierta calidad en la convivencia entre nosotros.
Estoy hablando de la educación, ética, cultura y en particular de esa asignatura tan olvidada que se llama Urbanidad y que se imparte o impartía desde muy temprana edad, aunque actualmente existen muchos jóvenes y adultos que la suspenderían. En ella se enseña el respeto a nuestros semejantes mediante el conocimiento de sencillas normas que son muy útiles en el devenir de nuestra convivencia cotidiana. Mucho más en estos tiempos difíciles en los cuales quién más quién menos, anda algo mosqueado.
Bueno, pues en este punto tengo noticias algo esperanzadoras: se produjeron paradójicamente en los recientes encuentros tan conflictivos entre el Real Madrid y el Barça, a los cuales últimamente se les llaman “clásicos”. Parece imposible pero observé algo positivo. En especial en la Copa del Rey en la cual pude percatarme de un auténtico acontecimiento que no dudo en calificar como histórico.
Hasta ahora, en cualquier retransmisión futbolística, el realizador televisivo enfocaba a un jugador. Este movido por algún resorte, señal o intuición, rápidamente celebraba su primer plano en los plasmas de alta definición con un gran escupitajo. Con este nombre tan feo se denomina académicamente tal acción, de baja definición.
Es esta una práctica denostada en las primeras lecciones de Urbanidad por muchas razones (que prefiero no enumerar) e incluso no utilizada en el resto de los deportes. Imagino como quedaría una cancha de baloncesto. Mejor: no me lo quiero imaginar ni deseo que ustedes lo hagan.
En la citada final, lo puedo asegurar, no se produjo tan desagradable incidente. Ya sea por la presencia de los reyes o porque tal vez se retransmitiera a Singapur, donde este asunto está penado con fuertes multas y la reincidencia puede llevar el tema a condenas de mayores e imprevisibles consecuencias.
Con mi habitual optimismo les doy esta buena nueva que espero cree tendencia dado el impacto mediático de las formas de actuar de estos jóvenes multimillonarios que le dan al balón con más o menos arte. Sin duda, este acontecimiento constituirá un primer paso hacia una sociedad más civilizada.
También les transmito un pensamiento profundo: si los futbolistas han dejado de escupir, no todo está perdido.
Paco Fochs