La respuesta a la pregunta evidentemente no debe dejar lugar a dudas. Esperanza Aguirre cree en la Democracia y forma parte de ella, pero lo hace de una manera –cuanto menos- muy particular.
Si Esperanza Aguirre tuviera la misma idea de la Democracia que tenemos los demás le impediría decir estupideces tan enormes como la que ha pronunciado en un mitin en Madrid: «En estas elecciones, la importancia de expresar rechazo a los socialistas es aún mayor que elegir a nuestros alcaldes». Además de ser una frase típica de campaña, es un intento descarado de manipular a quienes le escuchan, por otra parte algo muy propio de ella, pero sobre todo es negar la esencia misma de las elecciones.
El 22 de Mayo no se decide si Zapatero sigue o no en La Moncloa. Lo que se decide es quien gobernará Madrid, Toledo, Algete o Castilla-La Mancha, Comunitat Valenciana o Extremadura. La responsabilidad de los electores es elegir a sus alcaldes y presidentes autonómicos en función de cómo haya sido su gestión en estos cuatro años y cual es su programa para los siguientes. No por como lo haya hecho Zapatero. Clarísimo.
Si los ciudadanos hubiera tenido en cuenta las mentiras de Aznar, ella habría dejado de estar desde hace tiempo en la Puerta del Sol. Decir lo que ha dicho Aguirre es despreciar la Democracia en la que participa. Sin embargo, los ciudadanos de la Comunidad de Madrid siguen creyendo, hasta ahora, que ella es la mejor para gobernarnos a pesar de lo que hizo el expresidente y, por tanto, hay que felicitarla. Hay que aplaudirla también por su enorme capacidad y maestría al hacernos ver cosas que no son. Se precisa mucho arte –el que solo ella tiene- para que los madrileños no le tengan en cuenta la deficiente sanidad que gestiona, el calamitoso estado de la enseñanza pública y los privilegios que regala a la privada, la inacción ante la ley de dependencia, la nulidad en políticas sociales, la inexistencia de programas por el empleo, la manipulación de Telemadrid, el desprecio parlamentario a la oposición…, y así podríamos seguir largamente. Y es que, en efecto, hay que tener mucho arte para lograr que los votantes olviden como llegó a la presidencia. Hay que rebosar arte por los cuatro costados –como solamente a ella le ocurre- para que se obvie el caso del espionaje. Y el colmo de su arte es lograr que los madrileños no tengan en cuenta que el mayor caso de corrupción de la historia de la Democracia ha ocurrido con ella como presidenta de la Comunidad de Madrid y con gente de su entorno más cercano. Eso es arte y lo demás son tonterías.
¿Es esa la Democracia con la que nos quiere regalar Esperanza Aguirre otros cuatro años?
Parece que esa es en la que ella cree. En la que siempre gana.
Alfonso García