En el PSOE comienzan a hablar solos. Quedan cuarenta y ocho horas de campaña y no acaban de percibir la famosa remontada, ni ellos ni las encuestas que a diario se reciben en Ferraz. En lo que queda de tiempo para pedir el voto, los socialistas han marcado en rojo tres “ies”: indiferentes, indignados e indecisos. Estos tres segmentos de población son su última esperanza, no tanto para obtener unos buenos resultados —ya lo ven casi imposible— como para poder ahormar un discurso el día 22 por la noche.
Esos que ahora son indiferentes porque están cansados y se sienten tentados de quedarse en casa serán especialmente apelados en los mítines de última hora para que sacudan la pereza y el desánimo y voten “a quienes les damos más garantías en sus derechos”. Los indignados –al margen del ya famoso movimiento 15-M—que son muchos, muchísimos les van a decir que comprenden sus razones porque es duro estar en el paro, ver cómo los hijos no encuentran trabajo o como no se llega a fin de mes. Que es duro, que les comprenden pero que “nosotros les vamos a acompañar más y mejor que la derecha” y finalmente ahí quedan los indecisos, esa enorme franja de ciudadanos que no militan en sigla alguna y que su voto fluctúa en función de las circunstancias y percepciones. A ellos también les van a decir que “viene la derecha” y que, pese a la crisis “hemos mantenido el estado de bienestar, que nuestros recortes han sido los más suaves de Europa y que el PP, aunque no lo diga, viene con la tijera debajo del brazo”.
Dudo que lo que no se haya conseguido en estos días pasados se vaya a conseguir en los mítines finales, sin embargo es obligado jugar hasta el último minuto sobre todo cuando algunos miles o cientos de votos pueden determinar algunas fotos finales como la de Castilla-La Mancha, Aragón o Extremadura. Al PSOE y al margen de consideraciones más de fondo, la campaña no les ha salido bien. Por un lado, Rajoy no les ha brindado la tensión que deseaban como elemento movilizador de su electorado natural y, por otro, parece claro que cuesta entender que se renuncie y hagan renunciar a Zapatero porque supuestamente era un baldón electoral y al mismo tiempo esté presente en campaña aunque su presencia haya sido la presencia “consentida” en cada territorio.
Como esto ya no tiene arreglo, el PSOE se va a centrar en este último y definitivo tramo de campaña en las tres “ies” para suavizar en lo posible el ¡ay,madre! que algunos temen para el 22-M.
Charo Zarzalejos